Lula retiene la ventaja, pero San Pablo sigue siendo la batalla clave
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SEGUNDA VUELTA
Lula retiene la ventaja, pero San Pablo sigue siendo la batalla clave
A una semana del balotaje en Brasil, las encuestas dan al PT unos cinco puntos arriba. Aunque el inesperado triunfo bolsonarista en primera vuelta, en el Estado que abarca el 22% del padrón, lleva a los equipos de campaña a mantener la cautela. Las denuncias de corrupción y el temor a la violencia.
23/10/2022
A una semana de la segunda vuelta presidencial en Brasil, los guarismos muestran una marcada ventaja de cinco puntos promedio de Luiz Inácio Lula da Silva sobre Jair Jeremías Bolsonaro.
Si tomáramos el balotage de Dílma Rousseff contra Aécio Neves en 2016, el más ajustado de la historia brasileña, la tendencia es alentadora para el líder del PT, porque en ningún momento el actual presidente lo superó en las encuestas, algo que sí había sucedido con el opositor derechista en aquella ocasión.
Pero la distancia entre el pronóstico y los resultados de la primera vuelta pasada, donde daban por diez puntos como ganador a Fernando Haddad en San Pablo y finalmente terminó perdiendo contra el bolsonarista Tarcísio Gomes de Freitas por siete, denotan la espera de un final abierto, como el mismo Lula sostuvo, al decir que la situación está muy pareja.
Es evidente que los dos modelos de país son contrapuestos y tienen su expresión electoral bien demarcada en términos políticos y regionales. El nordeste y norte de Brasil, con una fuerte impronta afrodescendiente, marcada por la esclavitud y la pobreza, denota la preponderancia en la preferencia por Lula, quien logró propiciar fuertemente la eliminación del hambre y reducción de pobreza durante su gestión y la de Dilma. Lo hizo primero con fuertes políticas sociales y luego con el estímulo de desarrollo. No es casual que esté en el 60% promedio de los votos en esa región.
Sin embargo, en la región centro y sur de Brasil, el desarrollo propició la formación de una clase media y alta dinámica, que centra sus intereses en la evolución de sus negocios y el mínimo compromiso solidario con la redistribución de ingresos, además de un sesgo racista fuerte. Por consiguiente, no es casual que los resultados en esa zona sean inversos y que Bolsonaro allí aventaje a Lula, dejando emparedada la elección.
En tanto esa tendencia se sostenga y no vire, algo que marcan las encuestas, la definición de la elección se traslada al estratégico Estado de San Pablo, que concentra el 22% del padrón electoral, con 34,6 millones de electores habilitados de una población de 44 millones (casi una Argentina). Es el distrito que vio nacer políticamente a Lula, en la zona del ABCD industrial (los municipios de Santo André; São Bernardo, São Caetano; y Diadema) con millones de obreros. Sin embargo, eso cambió. Hoy se presenta con una fuerte exclusión y marginalidad, un conurbano profundo que se pronunció silenciosamente a favor de Bolsonaro. A lo que se suma una juventud rebelde y consumista acrítica, de redes sociales, que se inclina por el ultraderechista.
Cabe señalar que el Estado de San Pablo siempre fue refractario al Partido dos Trabalhadores: de hecho nunca lo gobernó. Logró ganar varios municipios (incluso el primero que gobernó en su historia el PT fue Diadema) y hasta gestionó la Ciudad de San Pablo varias veces, pero nunca administró el Estado. Así es, que la incorporación de Geraldo Alckmin a la fórmula fue tanto política como estratégica, buscando que el exgobernador le aporte votos en un distrito adverso. Pareciera ser que la alianza no tuvo grandes frutos.
En San Pablo, Bolsonaro aventajó por 1,7 millones de votos a Lula, en tanto que Simone Tebet obtuvo aproximadamente esa cantidad y Ciro Gomes casi 900 mil votos, por lo que muchos esperan que alcance para que el expresidente logre revertir el resultado y resuelva el pleito, en tanto que los dos excandidatos no solo le manifestaron su apoyo sino que hicieron campaña por el petista. Pero el traslado de votos no es mecánico y los equipos de campaña lo saben, por eso trabajan focalizadamente sobre ese perfil de electores, que oscila entre el repudio a la imagen de corrupción instalada del PT y el miedo a la violencia Bolsonarista.
El desafío más grande es contrarrestar esa campaña sucia de fake news lanzada por Bolsonaro, que sigue el apotegma goebbeliano de «Miente, miente que algo quedará», y que pone a Lula a la defensiva en debates y le dificulta sostener su propuesta de recuperar un «Brasil para todes». El lenguaje inclusivo no es casual… «
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