Qué hacer con Petrobras: el petróleo define el poder político en Brasil
MUNDO
DISCUSIÓN EN EL ESTABLISHMENT
Qué hacer con Petrobras: el petróleo define el poder político en Brasil
Ostenta reservas de las mayores del mundo, provoca un formidable interés del establishment económico por su renta y juega un rol clave en la gobernabilidad del país.
22/05/2022
Foto: Mauro Pimentel / AFP
Por: Ricardo Romero
Es cierto que eje del poder político en Brasil se dirime en torno a qué hacer con Petrobras, la empresa petrolera que ostenta una de las reservas más importantes del planeta. Pero se comete un error al reducir el tema a privatizar, como impulsa Jair Bolsonaro, o nacionalizar, como sostiene Luiz Inácio Lula da Silva. Resulta necesario comprender el interés del establishment económico por esa renta y el rol que juega en la gobernabilidad del país.
Hace unas semanas que el tema está en los medios, especialmente porque la privatización de Petrobras formó parte de los objetivos del gobierno de Bolsonaro y ahora se pone en agenda electoral luego del reemplazo de Bento Alquerque como titular del Ministerio de Energía y Minas, por Adolfo Sachsida como nuevo titular de la cartera, tras una tensión con el presidente por el precio de los combustibles, centralmente del gasoil, lo que provocó su relevo.
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Inmediatamente a su asunción, Adolfo Sachsida, flamante ministro de Minas y Energía de Brasil, anunció que iniciará los estudios para la privatización de la petrolera. Si bien es claro que Jair Bolsonaro, manifestando su intención de avanzar con la enajenación de la compañía, hace la movida no solo por su molestia con el aumento de precios de los combustibles sino que además intenta polarizar el debate con su principal adversario electoral, procurando seducir al establishment económico con tan preciado capital público.
Es más, Bolsonaro recibió un espaldarazo para avanzar en la privatización de Eletrobras (la compañía eléctrica más grande de América Latina), tras la aprobación del Tribunal de Cuentas de Brasil (TCU) para que avance en la venta a través de la colocación de acciones, lo que sería la primera gran empresa estatal en ser privatizada durante el gobierno del ultraderechista, buscando así el apoyo en el establishment económico y el electorado privatista, en pleno año presidencial en procura de su reelección.
Y la división de aguas parece producirse, ya que Luiz Inácio Lula da Silva, inmediatamente salió a cruzarlo. El expresidente y precandidato a la presidencia por el Partido dos Trabalhadores, quien se opone a la enajenación de empresas estratégicas para el desarrollo nacional, como la Petrobras, sostuvo que no permitirá la venta de la petrolera. Lula, en actos de campaña es enfático en rechazar la venta de las empresas públicas brasileñas. En una actividad partidaria atacó la privatización de Eletrobras, así como la de Correios, Caixa Económica Federal, el Banco do Brasil y el Bandes. Y envió un mensaje: “Quiero decirles al gobierno brasileño y a los empresarios que paren de intentar privatizar nuestras empresas públicas”. Es más, alertó: “Quien se meta a comprar Petrobras va a tener que conversar con nosotros luego de las elecciones”, en clara postura ganadora, de cara a las elecciones de octubre próximo.
El trasfondo de la privatización de Petrobras tiene como interrogante la gobernabilidad misma en Brasil. Cabe recordar que el golpe institucional a Dilma Rousseff y la proscripción de la candidatura a Lula no solo sacaron del gobierno al PT, sino que además le permitieron a Michel Temer, gestor de la destitución de la expresidenta, poner en manos privadas las reservas de petróleo y gas del pre-sal de la compañía, en momentos en que el PT impulsaba el uso de recursos para inversión en educación y salud.
Es importante señalar que Brasil dejó de ser un país con petróleo para ser uno petrolero. Es más, con el alza de precios está superando la extracción de tres millones de barriles diarios, consolidándose como una de las potencias productoras más importantes del planeta, en especial por su relación simbiótica con China, a la que exporta aproximadamente un millón de barriles por día. Incluso, en alianza con Bolivia, el gas como producto complementario multiplicaría exponencialmente su exportación cuando se terminen los gasoductos proyectados. De hecho, Brasil golpea las puertas en la OPEP de la mano del anterior ministro Alburquerque, estrategia que seguramente se continuaría en un eventual regreso de Lula.
Un gobierno de izquierda, miembro de la OPEP y asociado a China como principal comprador, es un cóctel difícil de digerir, no solo por el establishment económico brasileño sino también por la geopolítica de EE UU. Por eso, Bolsonaro apuesta a lograr un apoyo del poder fáctico, de modo electoral o bajo el delirio de un nuevo golpe al que Lula intenta contraponer el poder popular y así sostener la democracia en Brasil. «
Eletrobras, la otra joya
Getúlio Dornelles Vargas se suicidó de un tiro en el pecho el 24 de agosto del ’54. El presidente populista, en su carta-testamento acusó: “Una vez más las fuerzas y los intereses en contra del pueblo se coordinarán y se desencadenarán sobre mí. No me acusan, me insultan; no me combaten, me calumnian (…) Tuve que renunciar. Puse el gobierno en los brazos del pueblo”. Puntualizó: “Quise lograr la libertad nacional con la potenciación de nuestras riquezas a través de Petrobras; cuando comienza a funcionar, la ola de disturbios se acrecienta. La creación de Eletrobras fue obstaculizada hasta la desesperación. No quieren que el trabajador sea libre. No quieren que el pueblo sea independiente”. La Centrais Elétricas Brasileiras SA (Eletrobras) fue creada el 11 de junio de 1961 en el mandato de João Goulart. Fue trascendente en la expansión energética brasileña. El gobierno federal conserva casi el 60% de las acciones. Cuenta con más de 25 mil empleados. Cotiza en la Bolsa de San Pablo y es la más importante de Latinoamérica. Sus subsidiarias: Eletronorte, Chesf (nordeste), Furnas (sudeste) y Eletrosul (sur). Regula a la represa de Itaipú y a las plantas nucleares de Eletronuclear.
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