Brasil: cinco años en cinco meses

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Brasil: cinco años en cinco meses

(Foto: AFP)
Opinión
Por Ricardo Romero - Politólogo UBA - Analista Internacional
9 de agosto de 2020

El presidente Jair Bolsonaro parecería ser una caricatura de Juscelino Kubistchek, ese mandatario brasileño que en 1956 se propuso hacer crecer “50 años en cinco” al Brasil. Sin embargo, su caprichosa desidia, frente un virus que no perdona, da como resultado alcanzar en cinco meses, lo que la Guerra contra el Paraguay provocó en cinco años: 100 mil muertes para Brasil. Y ojalá sea una alerta, para no caer en el mismo genocidio de esa tragedia bélica, que se llevó también a 300 mil paraguayos, 30 mil argentinos y 10 mil uruguayos.

Los registros oficiales indican que Brasil está sobre los 100 mil decesos por Covid, además de marchar a superar los 3 millones de contagios, dejando al sistema sanitario en colapso, con el 90% de ocupación, como en el estado de San Pablo, el más poblado del país, con 46 millones de habitantes, que es el principal foco de infecciones, con un acumulado de 580 mil casos y un total de 24 mil muertes. Si se compara con Argentina, con una población similar a ese distrito, se nota el contraste de una política centrada en el aislamiento, que contuvo la enfermedad en 200 mil casos con unos 3200 fallecimientos.

Esa trágica situación está relacionada al mal abordaje de la pandemia. Con un irregular y descoordinado aislamiento social por el enfrentamiento de los gobernadores e intendentes con el presidente Jair Bolsonaro, incluso con el mismo boicot, enfrentándose a sus decisiones y propiciando movilizaciones masivas y descontroladas que masificaron la propagación del virus.

A pesar de la contundencia de los números, el presidente Bolsonaro sigue sosteniendo su política en pos de proteger la economía. Sin embargo, su egoísmo liberal no evitó el derrumbe de la producción industrial, que refleja en este semestre una caída del 10% respecto del mismo período del año 2019. Además, durante la semana, los guarismos de desempleo mostraron que Brasil alcanzó el nivel más alto desde 2017, llegando al 13,3% en el segundo trimestre, afectando a puestos en comercio, construcción y el sector doméstico. El crecimiento significó un 1,1 % respecto del trimestre anterior, con una pérdida de empleos que alcanza 8,9 millones. Aunque, el IBGE (Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas) también señala que existe una población de unos 5,7 millones de “desalentados” en buscar trabajo, por lo que la tasa señalada podría dispararse en un punto de recuperación.

No obstante, Bolsonaro sigue exultante, ya que afirma haberse contagiado y curado tomando hidroxicloroquina, un medicamento que a pesar de no ser recomendado por la Organización Mundial de la Salud, por no presentar datos efectivos de recuperación y, por el contrario, tener efectos secundarios.

Ni siquiera lo alerta el hecho de que sus ministros más cercanos se contagien. El lunes pasado, el general Walter Braga Netto, jefe de Gabinete del gobierno, se sumó al grupo de ocho ministros infectados. Incluso, el contagio de su esposa Michelle le despreocupa, o quizás lo ofusquen más las ligazones que ella tiene con unas denuncias de corrupción.

Se conoció que Fabrício Queiróz, exasesor del hijo del presidente, y su cónyuge, detenidos y acusados de lavado de dinero y malversación de fondos públicos, depositaron más de 16 mil dólares, en moneda local, en una cuenta de la pareja de Bolsonaro. La noticia es de la revista Crusoé, luego de que la Justicia autorizara romper el secreto bancario sobre los depósitos del asistente del actual senador Flávio Bolsonaro, durante su mandato como diputado, y de su esposa, Marcia Aguiar. Los movimientos financieros de Queiroz no fueron desmentidos por el hijo presidencial, sólo se desligó de ellos, aunque ahora las transferencias hacia la familia empañan más su accionar político.

La democracia en peligro

Ante esta situación, Bolsonaro parecería estar dispuesto a todo, incluso a avanzar sobre el Supremo Tribunal Federal. Según trascendió por medio de la revista Piauí, en mayo les indicó a las FF AA destituir a los magistrados e intervenir la cabeza del Poder Judicial. De hecho, los militares avanzan como pacman en el Poder Ejecutivo. Según el Tribunal de Cuentas, existen 6157 castrenses ocupando cargos, un récord desde 1985, momento en que Brasil retomó la democracia.

Una democracia que está al borde del abismo, frente a un presidente que ataca a todos los poderes institucionales y una oposición política que tiene restricciones para presentarse, tanto porque no puede movilizarse ni expresarse electoralmente, porque las elecciones fueron reprogramadas para noviembre y podrían cambiar a fecha incierta. Así, la sociedad brasileña queda subsumida al hostigamiento de negacionistas seguidores de Bolsonaro que a través de operaciones en las redes sociales mantienen un cierto apoyo social que parecen sostenerlo en el poder.

La ciencia política deja paso a la política. Por lo que una estrella podría brillar nuevamente en Brasil, ya que la Sala II del Supremo Tribunal consideró que Sergio Moro, exministro de Bolsonaro y quien fuera el exjuez de la megacausa Lava Jato, fue parcial en el juzgamiento de Luiz Inácio Lula da Silva, por lo que estaría habilitado para ser candidato a presidente La ciencia política deja paso a la política. Por lo que una estrella podría brillar nuevamente en Brasil, ya que la Sala II del Supremo Tribunal consideró que Sergio Moro, exministro de Bolsonaro y quien fuera el exjuez de la megacausa Lava Jato, fue parcial en el juzgamiento de Luiz Inácio Lula da Silva, por lo que estaría habilitado para ser candidato a presidente

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