CONTRA LA DICTADURA DE LOS MERCADOS
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OPINAN
Ricardo Romero
01 de Julio de 2015
CONTRA LA DICTADURA DE LOS MERCADOS
El gobierno griego está apelando al demos para contraponer la voluntad popular a la dictadura de los mercados que les está imponiendo la Troika compuesta por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional.
El gobierno griego está apelando al demos para contraponer la voluntad popular a la dictadura de los mercados que les está imponiendo la Troika compuesta por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional.
Es necesario aclarar que es incorrecto decir que la gestión de Alexis Tsipras no quiere pagar y lleva a Grecia al default, sino que es la voraz imposición financiera lo que la lleva al impago. Porque, si bien la vulgata neoliberal acusa al gobierno izquierdista de Syriza en Grecia de trabar el pago de la deuda "impidiendo las negociaciones", por el contrario, es la Troika con su inflexibilidad la que está empujando al país al abismo.
Incluso, es interesante ver que las acusaciones sobre arrogancia académica al ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, se parecen a las que se hacen sobre nuestro ministro de economía Axel Kicilliof. La realidad es que Syriza pide que se le permita recuperar el crecimiento para luego poder enfrentar los pagos de una deuda que hoy alcanza el 180% del PBI, punto similar al planteado por Néstor Kirchner cuando enfrentó la renegociación de la deuda argentina.
Sin embargo, como respuesta, la Troika solo tiene como receta el recorte fiscal y privatizaciones como medio de pago rabioso a la deuda, además de impulsar fuertes reformas en derechos laborales, para "reducir costos", manualcito neoclásico que en su momento llevó al desastre a Argentina en 2001 y ahora Grecia parece seguir ese camino.
Primero crecer y luego pagar no es algo novedoso y tampoco el caso argentino el único. En 1946, Alemania fue beneficiada con un cambio de trato sobre su deuda. Atento a las graves consecuencias de la II Guerra Mundial y el Nazismo, la comunidad internacional reorientó su política sobre ese país, permitiéndole un arbitraje de su deuda a condición de destinar esos ingresos financieros a inversiones en educación y desarrollo.
Por eso, pensar una negociación pautada y política de la deuda externa griega es la condición necesaria para evitar el desastre humanitario que generan los desmedidos ajustes sociales a los que está siendo sometido. Cabe señalar que durante los últimos años la composición de los compromisos fue pasando de títulos públicos a obligaciones con la Eurozona, a través del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, donde impera la dirección política de la Troika, donde Alemania juega un rol crucial.
Y el caso histórico citado marca la paradoja que el mismo país que fue beneficiado por una negociación de deuda, hoy sea inflexible a Grecia, una de las naciones que condonó las reparaciones por la invasión del nazismo. Además, esta situación debería llamar la atención de otros gobiernos que podrían seguir el mismo camino, como es el caso español, conducido por el derechista Mariano Rajoy.
Por eso, si bien la Troiska tendría en su esquema desgastar al gobierno de izquierda de Syriza incluso hasta lograr su caída y la vuelta de un gobierno adepto a los ajustes, el caso español mostraría que el problema no es solo de "populismos" sino de capacidades económicas y dignidad humana. Por eso, el plebiscito del domingo pondrá la voz del pueblo griego a favor de la democracia contra la dictadura de los mercados.
Es necesario aclarar que es incorrecto decir que la gestión de Alexis Tsipras no quiere pagar y lleva a Grecia al default, sino que es la voraz imposición financiera lo que la lleva al impago. Porque, si bien la vulgata neoliberal acusa al gobierno izquierdista de Syriza en Grecia de trabar el pago de la deuda "impidiendo las negociaciones", por el contrario, es la Troika con su inflexibilidad la que está empujando al país al abismo.
Incluso, es interesante ver que las acusaciones sobre arrogancia académica al ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, se parecen a las que se hacen sobre nuestro ministro de economía Axel Kicilliof. La realidad es que Syriza pide que se le permita recuperar el crecimiento para luego poder enfrentar los pagos de una deuda que hoy alcanza el 180% del PBI, punto similar al planteado por Néstor Kirchner cuando enfrentó la renegociación de la deuda argentina.
Sin embargo, como respuesta, la Troika solo tiene como receta el recorte fiscal y privatizaciones como medio de pago rabioso a la deuda, además de impulsar fuertes reformas en derechos laborales, para "reducir costos", manualcito neoclásico que en su momento llevó al desastre a Argentina en 2001 y ahora Grecia parece seguir ese camino.
Primero crecer y luego pagar no es algo novedoso y tampoco el caso argentino el único. En 1946, Alemania fue beneficiada con un cambio de trato sobre su deuda. Atento a las graves consecuencias de la II Guerra Mundial y el Nazismo, la comunidad internacional reorientó su política sobre ese país, permitiéndole un arbitraje de su deuda a condición de destinar esos ingresos financieros a inversiones en educación y desarrollo.
Por eso, pensar una negociación pautada y política de la deuda externa griega es la condición necesaria para evitar el desastre humanitario que generan los desmedidos ajustes sociales a los que está siendo sometido. Cabe señalar que durante los últimos años la composición de los compromisos fue pasando de títulos públicos a obligaciones con la Eurozona, a través del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, donde impera la dirección política de la Troika, donde Alemania juega un rol crucial.
Y el caso histórico citado marca la paradoja que el mismo país que fue beneficiado por una negociación de deuda, hoy sea inflexible a Grecia, una de las naciones que condonó las reparaciones por la invasión del nazismo. Además, esta situación debería llamar la atención de otros gobiernos que podrían seguir el mismo camino, como es el caso español, conducido por el derechista Mariano Rajoy.
Por eso, si bien la Troiska tendría en su esquema desgastar al gobierno de izquierda de Syriza incluso hasta lograr su caída y la vuelta de un gobierno adepto a los ajustes, el caso español mostraría que el problema no es solo de "populismos" sino de capacidades económicas y dignidad humana. Por eso, el plebiscito del domingo pondrá la voz del pueblo griego a favor de la democracia contra la dictadura de los mercados.
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