Nuevos sueños para el Frente Amplio
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Nuevos sueños para el Frente Amplio
Año 7. Edición número 330. Domingo 14 de septiembre de 2014
Entrevista. Alejandro Sánchez y Oscar Andrade. Dos referentes de la coalición gobernante en Uruguay expresan sus puntos de vista sobre la realidad actual del país, la marcha del proceso preelectoral y las tareas pendientes para darle continuidad a la política frentista.
Candidatos del Frente Amplio. Alejandro Sánchez (MPP) y Oscar Andrade (PCU).
A 21 días de la primera vuelta en Uruguay, candidatos jóvenes a representantes del pueblo (diputados) en Uruguay participaron de una mesa debate en la Casa Patria Grande Néstor Kirchner. En ese marco, a propuesta de Federico Montero, codirector del Observatorio sobre Política Latinoamericana de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, Miradas al Sur conversó con dos referentes importantes del Frente Amplio; el primero es Alejandro Sánchez, que pertenece al Movimiento de Participación Popular (partido del actual presidente José Mujica), y el segundo es Oscar Andrade, que pertenece al Partido Comunista Uruguayo y conduce el Sunca (Sindicato Único Nacional de la Construcción y Anexos).
Ambos tienen una gran trayectoria militante. Sánchez, nacido en 1980, participó como estudiante de las ocupaciones del liceo IBO, en contra de la Reforma Educativa durante el gobierno de Julio María Sanguinetti en 1996, desde donde se sumaría a la juventud del MPP, donde conformó el Frente Juvenil del Movimiento de Liberación Nacional, del que hoy es miembro del Comité Central. En 2007 fue designado Secretario General del MPP de Montevideo y en 2009 logra ser electo representante nacional en la Cámara de Diputados.
En tanto que Andrade, luego de 25 años de militancia logró con 39 años convertirse en el principal referente de la construcción en Uruguay, logrando en el Sunca el apoyo de 36 mil trabajadores, obteniendo el 80% de los votos. Proviene de una familia humilde, donde su padre repartía gas y su madre aún cuida autos. Trabaja desde los 14 años, primero como quintero, desde donde comenzó su militancia, y ahora es obrero de la construcción. Tiene el mismo estilo campechano de Mujica y un perfil parecido a Ignacio Lula Da Silva. Hoy es diputado suplente por el Partido Comunista y también aspira a una banca en la próxima Asamblea.
Compartiendo un café, paradójicamente estos uruguayos no aceptaron mate, Miradas al Sur abrió la conversación:
–Hace diez años un cuplé de Agarrate Catalina decía que “el sueño de la juventud era que el Frente esté en el gobierno”. ¿Cuál sería hoy el sueño de la juventud?
–Alejandro Sánchez: –El famoso cuplé de la Catalina era que mis padres soñaron un país que no me pudieron dar a mí y ahora, que el Frente ganaba, se abría la oportunidad de que esa utopía, que fue una construcción histórica de la izquierda y del pueblo uruguayo, de tratar de pelear por una sociedad un poco más justa, se realice. Porque cambiaban las reglas de juego, porque al gobierno nacional llegaba una fuerza política que pone el interés general, el interés de la mayoría más postergada del país sobre la mesa. Entonces, en definitiva, me parece que ese es fue un cambio bastante fuerte en nuestro país, y que el Frente Amplio ha demostrado que ha tenido la capacidad de ir construyendo propuestas políticas y programáticas que han situado al país en un lugar de privilegio, en el sentido de pensar el crecimiento económico con distribución, algo que en la década del noventa nos decían que era imposible, que teníamos que esperar que creciera la torta, que en algún momento iba a derramar algunas migas hacia abajo, pero primero teníamos que garantizar que las ganancias crecieran mucho más que el capital, para que en algún momento se pudiera derramar un poquito hacia abajo. Y eso la izquierda uruguaya demostró que no es así, y no sólo la uruguaya, sino que el cambio fue en toda América latina donde se ha demostrado que se puede crecer económicamente y distribuir, o sea, generar para que los trabajadores y los sectores populares se apropien de ese crecimiento económico.
Oscar Andrade: –La izquierda tiene contenidos que son bastante más que el problema inter-generacional. Por ejemplo, hay jóvenes oligarcas y viejos del campo popular que han militado toda su vida, y eso es mucho más complejo que una referencia generacional. Si bien está claro que la izquierda tuvo una mayor capacidad de captación de jóvenes en la militancia popular, eso es claro en la generación fundadora, es claro en la generación del ’83, es claro en la generación del “Voto Verde”, que fue el plebiscito contra la Ley de Caducidad de las acciones punitivas del Estado, que fue mi primera campaña electoral, que fue marcando generaciones, de lo que puede ser ahora la generación de “no a la baja”. Ahora también hay jóvenes que se identifican en términos de alguna bandera específica que también recompone identidad. La historia de la unidad de la izquierda, por más que a veces cuesta en la política colocar los contenidos históricos y sociales, y creo que los contenidos sociales desbordan la cuestión generacional.
–¿Hay una identidad más allá de lo generacional?
A.S.: –Sí. Es que el Frente es un experimento que expresa dos grandes vertientes, una que reivindica el ideario social de Artigas, donde hay una parte de dinámica social, particular de la soberanía del pueblo, de la pata federal, del Reglamento de Tierras que va a cumplir 200 años el año que viene, que en su aplicación contiene las contradicciones entre el pobrerío y los “hombres de bien”, que recorre las cartas que se enviaban del Cabildo, de Artigas a Carlos Encarnación Benítez, que repartía tierras a garrotazos y de Azcuy y otros estancieros que en su momento fueron del artiguismo y rápidamente se pasaron. La otra es la dinámica social oligarquía- pueblo, que se expresa en el enfoque que coloca a la construcción del Frente Amplio como una experiencia política de Unidad Popular, que se plantea la cuestión de la independencia en el marco de una América latina desangrada, por las dictaduras y el imperialismo. Y ésa es la historia del Frente Amplio, donde los sueños, la unidad social del pueblo uruguayo se acelera a partir del Golpe de Estado en Brasil, cuando tiran para afuera a Quadros en 1964, a partir de las políticas que Thomas Mann aplicaba desde la Secretaría de Asuntos Latinoamericanos. Ese día, la base social uruguaya, el movimiento popular se declara en huelga general, y esa decisión fue un componente central para la unidad social, que repercute en la unidad política.
–¿Y qué reclaman hoy los jóvenes?
A.S.: –Y, yo diría que hoy los jóvenes reclaman un país mucho más igualitario, porque en realidad seguimos viviendo en el continente más desigual del mundo, somos uno de los continentes más ricos en recursos humanos, pero somos el que peor reparte. Si bien Uruguay, dentro de los países de América latina está bien posicionado, pero es como “sacar pecho en el basurero”, porque en definitiva vivimos en un continente que reparte muy mal. Yo creo que la gran apuesta hoy por la igualdad, que se comprende en un sentido amplio hacia todos los derechos. Es decir, que vivimos en un mundo donde se ha dejado de tener una sociedad que tenía un mercado a pasar a ser una sociedad de mercado; hoy, todo se compra y se vende, y en realidad lo que ha logrado el sistema capitalista es transformar todas las relaciones humanas, incluida los derechos, en una mercancía, y la gran lucha para construir una sociedad mucho más igualitaria es volver a que todas esas mercancías dejen de ser una mercancía y vuelvan a ser un derecho, porque en realidad, a la educación, a la salud, a la vivienda, lo que termina sucediendo es que yo las compro como en la góndola del supermercado, quien tiene la billetera más gorda, va a comprar mucha más salud, educación y vivienda, y de mejor calidad que quienes no tienen. En definitiva, creo en una sociedad mucho más igualitaria, creo que es una de las peleas que estamos tratando de dar. Es decir, continuar con el proceso de distribución del ingreso, mejorar la distribución de la riqueza, y que la educación, la salud y la vivienda sean derechos universales de libre acceso para toda la población.
–¿Y cuál es el balance de la primera década del Frente Amplio?
O. A.: –Además de esa perspectiva de unidad social y política de la izquierda que te mencioné, cabe mencionar que llegan al gobierno en una condición de relación de fuerzas desfavorable, con un movimiento sindical destrozado, raquítico, con organizaciones de base y estructuras políticas mucho más débiles de lo que habían sido durante la salida a la dictadura. Si comparás el mapa de las organizaciones durante la salida de la dictadura con el 2004, vemos que llegamos al gobierno con menos de la mitad. Entonces, la correlación de fuerzas con la que llegamos al gobierno, y el país con el que se alcanza el gobierno, es un punto de partida muy complejo, que además se expresó en términos sociales y económicos en una situación muy dura, un desempleo abierto en torno del 20%, una deuda del total del PIB de todo el año, un nivel de pobreza del 40% y alta indigencia, un aparato productivo desmantelado, emigración de la mano de obra más calificada.
–Un escenario muy adverso.
O. A.: –Muy. Es que las condiciones en las que el Frente Amplio agarra el gobierno son de emergencia social y productiva. Y la atención a la emergencia en un país capitalista dependiente y pequeño, en el marco de esa correlación es compleja. Ahora no hay duda de que el gobierno del Frente Amplio implicó la construcción de más derechos, en todos los planos, en el plano de la condición social, de cada diez indigentes que había en el Uruguay, hoy hay uno, y ese uno duele, pero si teníamos 165 mil indigentes y ahora tenemos 15 mil, no hay duda de que ha habido un esfuerzo enorme de construcción de inclusión social, con un descenso de la pobreza que pasó del 40% a apenas el 10%, o que el desempleo del mes pasado registra el más bajo de la historia del país, de un 5,1%. Y logra una experiencia y una peripecia política de reconstruir otorgando derechos; hoy tenemos Sindicato de Policías, y las trabajadoras domésticas que negocian colectivamente salarios. La cobertura de la negociación colectiva en el Uruguay es del 90%, es algo complejo de entender para otras realidades, la densidad de la negociación colectiva y referencia de leyes de derechos laborales. Quizás la última, que establece que es delito poner en riesgo la salud de un trabajador, por incumplir normativa, sin que el accidente ocurra, es de la más emblemática porque referencia en términos sociales tomar partido por el pueblo trabajador.
Ambos tienen una gran trayectoria militante. Sánchez, nacido en 1980, participó como estudiante de las ocupaciones del liceo IBO, en contra de la Reforma Educativa durante el gobierno de Julio María Sanguinetti en 1996, desde donde se sumaría a la juventud del MPP, donde conformó el Frente Juvenil del Movimiento de Liberación Nacional, del que hoy es miembro del Comité Central. En 2007 fue designado Secretario General del MPP de Montevideo y en 2009 logra ser electo representante nacional en la Cámara de Diputados.
En tanto que Andrade, luego de 25 años de militancia logró con 39 años convertirse en el principal referente de la construcción en Uruguay, logrando en el Sunca el apoyo de 36 mil trabajadores, obteniendo el 80% de los votos. Proviene de una familia humilde, donde su padre repartía gas y su madre aún cuida autos. Trabaja desde los 14 años, primero como quintero, desde donde comenzó su militancia, y ahora es obrero de la construcción. Tiene el mismo estilo campechano de Mujica y un perfil parecido a Ignacio Lula Da Silva. Hoy es diputado suplente por el Partido Comunista y también aspira a una banca en la próxima Asamblea.
Compartiendo un café, paradójicamente estos uruguayos no aceptaron mate, Miradas al Sur abrió la conversación:
–Hace diez años un cuplé de Agarrate Catalina decía que “el sueño de la juventud era que el Frente esté en el gobierno”. ¿Cuál sería hoy el sueño de la juventud?
–Alejandro Sánchez: –El famoso cuplé de la Catalina era que mis padres soñaron un país que no me pudieron dar a mí y ahora, que el Frente ganaba, se abría la oportunidad de que esa utopía, que fue una construcción histórica de la izquierda y del pueblo uruguayo, de tratar de pelear por una sociedad un poco más justa, se realice. Porque cambiaban las reglas de juego, porque al gobierno nacional llegaba una fuerza política que pone el interés general, el interés de la mayoría más postergada del país sobre la mesa. Entonces, en definitiva, me parece que ese es fue un cambio bastante fuerte en nuestro país, y que el Frente Amplio ha demostrado que ha tenido la capacidad de ir construyendo propuestas políticas y programáticas que han situado al país en un lugar de privilegio, en el sentido de pensar el crecimiento económico con distribución, algo que en la década del noventa nos decían que era imposible, que teníamos que esperar que creciera la torta, que en algún momento iba a derramar algunas migas hacia abajo, pero primero teníamos que garantizar que las ganancias crecieran mucho más que el capital, para que en algún momento se pudiera derramar un poquito hacia abajo. Y eso la izquierda uruguaya demostró que no es así, y no sólo la uruguaya, sino que el cambio fue en toda América latina donde se ha demostrado que se puede crecer económicamente y distribuir, o sea, generar para que los trabajadores y los sectores populares se apropien de ese crecimiento económico.
Oscar Andrade: –La izquierda tiene contenidos que son bastante más que el problema inter-generacional. Por ejemplo, hay jóvenes oligarcas y viejos del campo popular que han militado toda su vida, y eso es mucho más complejo que una referencia generacional. Si bien está claro que la izquierda tuvo una mayor capacidad de captación de jóvenes en la militancia popular, eso es claro en la generación fundadora, es claro en la generación del ’83, es claro en la generación del “Voto Verde”, que fue el plebiscito contra la Ley de Caducidad de las acciones punitivas del Estado, que fue mi primera campaña electoral, que fue marcando generaciones, de lo que puede ser ahora la generación de “no a la baja”. Ahora también hay jóvenes que se identifican en términos de alguna bandera específica que también recompone identidad. La historia de la unidad de la izquierda, por más que a veces cuesta en la política colocar los contenidos históricos y sociales, y creo que los contenidos sociales desbordan la cuestión generacional.
–¿Hay una identidad más allá de lo generacional?
A.S.: –Sí. Es que el Frente es un experimento que expresa dos grandes vertientes, una que reivindica el ideario social de Artigas, donde hay una parte de dinámica social, particular de la soberanía del pueblo, de la pata federal, del Reglamento de Tierras que va a cumplir 200 años el año que viene, que en su aplicación contiene las contradicciones entre el pobrerío y los “hombres de bien”, que recorre las cartas que se enviaban del Cabildo, de Artigas a Carlos Encarnación Benítez, que repartía tierras a garrotazos y de Azcuy y otros estancieros que en su momento fueron del artiguismo y rápidamente se pasaron. La otra es la dinámica social oligarquía- pueblo, que se expresa en el enfoque que coloca a la construcción del Frente Amplio como una experiencia política de Unidad Popular, que se plantea la cuestión de la independencia en el marco de una América latina desangrada, por las dictaduras y el imperialismo. Y ésa es la historia del Frente Amplio, donde los sueños, la unidad social del pueblo uruguayo se acelera a partir del Golpe de Estado en Brasil, cuando tiran para afuera a Quadros en 1964, a partir de las políticas que Thomas Mann aplicaba desde la Secretaría de Asuntos Latinoamericanos. Ese día, la base social uruguaya, el movimiento popular se declara en huelga general, y esa decisión fue un componente central para la unidad social, que repercute en la unidad política.
–¿Y qué reclaman hoy los jóvenes?
A.S.: –Y, yo diría que hoy los jóvenes reclaman un país mucho más igualitario, porque en realidad seguimos viviendo en el continente más desigual del mundo, somos uno de los continentes más ricos en recursos humanos, pero somos el que peor reparte. Si bien Uruguay, dentro de los países de América latina está bien posicionado, pero es como “sacar pecho en el basurero”, porque en definitiva vivimos en un continente que reparte muy mal. Yo creo que la gran apuesta hoy por la igualdad, que se comprende en un sentido amplio hacia todos los derechos. Es decir, que vivimos en un mundo donde se ha dejado de tener una sociedad que tenía un mercado a pasar a ser una sociedad de mercado; hoy, todo se compra y se vende, y en realidad lo que ha logrado el sistema capitalista es transformar todas las relaciones humanas, incluida los derechos, en una mercancía, y la gran lucha para construir una sociedad mucho más igualitaria es volver a que todas esas mercancías dejen de ser una mercancía y vuelvan a ser un derecho, porque en realidad, a la educación, a la salud, a la vivienda, lo que termina sucediendo es que yo las compro como en la góndola del supermercado, quien tiene la billetera más gorda, va a comprar mucha más salud, educación y vivienda, y de mejor calidad que quienes no tienen. En definitiva, creo en una sociedad mucho más igualitaria, creo que es una de las peleas que estamos tratando de dar. Es decir, continuar con el proceso de distribución del ingreso, mejorar la distribución de la riqueza, y que la educación, la salud y la vivienda sean derechos universales de libre acceso para toda la población.
–¿Y cuál es el balance de la primera década del Frente Amplio?
O. A.: –Además de esa perspectiva de unidad social y política de la izquierda que te mencioné, cabe mencionar que llegan al gobierno en una condición de relación de fuerzas desfavorable, con un movimiento sindical destrozado, raquítico, con organizaciones de base y estructuras políticas mucho más débiles de lo que habían sido durante la salida a la dictadura. Si comparás el mapa de las organizaciones durante la salida de la dictadura con el 2004, vemos que llegamos al gobierno con menos de la mitad. Entonces, la correlación de fuerzas con la que llegamos al gobierno, y el país con el que se alcanza el gobierno, es un punto de partida muy complejo, que además se expresó en términos sociales y económicos en una situación muy dura, un desempleo abierto en torno del 20%, una deuda del total del PIB de todo el año, un nivel de pobreza del 40% y alta indigencia, un aparato productivo desmantelado, emigración de la mano de obra más calificada.
–Un escenario muy adverso.
O. A.: –Muy. Es que las condiciones en las que el Frente Amplio agarra el gobierno son de emergencia social y productiva. Y la atención a la emergencia en un país capitalista dependiente y pequeño, en el marco de esa correlación es compleja. Ahora no hay duda de que el gobierno del Frente Amplio implicó la construcción de más derechos, en todos los planos, en el plano de la condición social, de cada diez indigentes que había en el Uruguay, hoy hay uno, y ese uno duele, pero si teníamos 165 mil indigentes y ahora tenemos 15 mil, no hay duda de que ha habido un esfuerzo enorme de construcción de inclusión social, con un descenso de la pobreza que pasó del 40% a apenas el 10%, o que el desempleo del mes pasado registra el más bajo de la historia del país, de un 5,1%. Y logra una experiencia y una peripecia política de reconstruir otorgando derechos; hoy tenemos Sindicato de Policías, y las trabajadoras domésticas que negocian colectivamente salarios. La cobertura de la negociación colectiva en el Uruguay es del 90%, es algo complejo de entender para otras realidades, la densidad de la negociación colectiva y referencia de leyes de derechos laborales. Quizás la última, que establece que es delito poner en riesgo la salud de un trabajador, por incumplir normativa, sin que el accidente ocurra, es de la más emblemática porque referencia en términos sociales tomar partido por el pueblo trabajador.
Tabaré es mucho más que el aborto, el TLC y las pasteras. Cuando se discutió la candidatura de Tabaré Vázquez la charla se tornó efusiva. Ante el planteo sobre la imagen del actual candidato, en referencia a su primer mandato, Oscar Andrade salió al cruce con una defensa afable de la propuesta frenteamplista.
O. A.: –Hay quienes piensan que Tabaré Vázquez es el veto al aborto, el que intentó un TLC (Tratado de Libre Comercio) con Estados Unidos y tuvo el lío este de las pasteras y nada más. Es una forma de razonar media curiosa. Yo no soy san tabaresista, no lo fui antes ni lo soy ahora, voté por Tabaré ahora en las internas en todos lados. Ahora, ¡es mucho más que eso Tabaré Vázquez! Si no parece que hacemos un reduccionismo. Tabaré, un doble Arbolito en 1978, en plena dictadura militar. Y en La Teja, cualquiera que la conozca, sabe que un Arbolito era el lugar de la resistencia al régimen. Y había una gran parte de la estructura de izquierda que no sabía quién diablos era Tabaré Vázquez en 1988; cuando después que Arana no agarrara viaje, y tuvimos que salir a elegir un candidato a intendente, él dio la estructura que salió de dentro de ese local; abajo era el médico del pueblo, lo quería todo el mundo, andaba con el Pistola Masciscano, que este domingo va a haber un homenaje a él, y que recuerdo que le envió una carta a Tabaré antes de morirse que es una cosa que para nosotros los bolches te querés matar.
–Que Tabaré es algo más.
–O. A.: –Porque además, Tabaré fue el primer intendente de izquierda, y a ver, yo tuve tres meses de huelga en la construcción cuando tenía 18 años en 1993, y la intendencia nos llevaba pescado todos los días a los fogones de la huelga, no sé si hubo una intendencia con esa característica alguna vez. Por el contrario, te dan con un caño. Además, encabezó la defensa contra la privatización de las empresas públicas, ha estado en la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en 1986, encabezó la batalla contra la Reforma Constitucional, o sea, es bastante más que esas tres cosas. Y además es el gobierno del Frente Amplio, no el de Tabaré Vázquez, porque el que colocó el tema del TLC fue todo el partido, no sólo él. Porque fue una discusión interna de cómo nos parábamos ante esto. Nosotros, como movimiento sindical paramos y nos movilizamos contra esa propuesta. Ahora, es el mismo que recompuso relaciones con Cuba, que hizo la Operación Milagros con 40 mil operaciones de ojos para los más pobres, que generó el mayor crecimiento de salario real según el Cepal de toda América latina en los últimos siete años, que generó la reforma del sistema integrado de Salud, entre otras, cosas que marcan que hay un conjunto de transformaciones en curso y leyes laborales, que por ejemplo, para el Fondo de Competitividad Uruguay es el peor posicionado, o sea, visto al revés, es el que en más protecciones laborales está primero. Es una injusticia pensar que lo único que hay para recordar de Tabaré Vázquez es el veto al aborto; de hecho, con mi compañera, que es feminista, tenemos discusiones de sobremesa desde entonces.
A. S.: –Yo quiero sumar a esto, que la política no la puede hacer una sola persona. Porque lo que nos vendieron es que la política la hacen los cracks, donde el ckack es uno y el resto somos los giles que vamos y votamos. Y parte de lo que reivindicamos es que yo voy a votar para que el Frente Amplio sea gobierno, que va a llegar con un programa que lo redactaron todos los delegados, que estuvieron debatiendo en todos los barrios del país, del Uruguay. Discutimos si queríamos poner esto o lo otro, si queríamos hacer aquello. En realidad, la izquierda siempre tiene una discusión, que me parece que es la que no se puede perder que es la velocidad de los cambios. Que en realidad, el rumbo lo debes marcar, tener claro hacia dónde vas, y saber lo rápido que podés avanzar. Y eso refiere a un análisis de cuál es la relación de fuerzas. La que tenemos, la que tienen los otros y las capacidades que tiene el país. Entonces, el programa del Frente Amplio se discutió a lo largo y a lo ancho del país, en los rincones más chiquitos y en los pueblos más alejados hubieron compañeros discutiendo qué programa de gobierno. Luego hubo un Congreso, que nos peleamos de vuelta, logramos síntesis política, porque de eso se trata la unidad, no se trata de que todos pensemos igual, sino de buscar una convergencia que nos incluya a todos, que sea un alero donde todos podamos estar abajo. Por lo tanto, el que va a gobernar va a ser el Frente Amplio, donde por supuesto Tabaré Vázquez va a ser el presidente de la República, pero que va a gobernar con ese programa del partido.
–¿Y cuál es el desafío que tiene ahora?
–A. S.: –Consolidar lo que se ha construido hasta ahora. De disputar, después de diez años de gobierno, luego que lograste resolver algunos problemas de la emergencia social, que lograste hacer andar el país productivo, que antes no existía y hoy sí; de hecho, uno de los problemas que tenemos es que la infraestructura está desbordada, entonces no no alcanzan las carreteras, no nos dan los puertos, porque hay producción. El gran desafío es ampliar los productos, mejorar la calidad, aumentar el valor agregado, generar otros tipos de condiciones, es decir, tratar de modificar nuestro lugar en el mundo, de ser un exportador de productos primarios, pasar a ser, en conjunto con América latina, pasar a integrar el mundo con productos con una mayor tecnología e innovación. Ése es el gran desafío que tiene, en corto plazo, el Uruguay hoy.
–O. A.: –Igualmente creo que tenemos insuficientemente anclados los procesos populares y las bases organizadas. Muchas veces está anclada en individuos, entonces se nos fue Mujica y tengo un lío para quién poner, y creo que pasa también acá en Argentina, a quién ponés después de… ¿no?. Es una dificultad, pero ese escollo no puede ser eterno, tenemos que resolverlo, en el sentido de que tenemos que seguir abonando la idea. Yo miraba el otro día lo que pasa en Canelones; por las encuestas que tiene el Frente Amplio en ese Municipio, sale su Intendente, que no puede reelegir, y a todos los dirigentes de izquierda de esa ciudad los conoce menos del 20% de la población, o sea, ¡es un problema!, porque son todos buenos, gente macanudísima, trabajadora, militante, de la que podés darle para adelante, pero tenemos una dificultad, que para la derecha no lo es, porque puede construir de la nada, como construyó ahora un Justin Bieber moderno como candidato del herrerismo, pero para nosotros sí es un problema. Parte del debate que se maltrató en la interna del Frente Amplio respecto a Tabaré, donde llegué a escuchar la salvajada de “¡¡Tabaré Neoliberal!!” ¡Pará!, porque si no tenemos una dificultad de distinguir desde el punto de vista de reconocimiento, del enfoque histórico, de su papel. Igualmente, no soy de los que creen que Tabaré Vázquez va a ser él, sin condiciones, sino que va a ser también lo que nosotros hagamos. Lo que tenemos que ver es por qué los sectores de la oligarquía están en contra del gobierno, aunque les haya ido bien en esta década, porque ellos quieren volver al terreno en el cual podían tener el libre despido, cuando tenían a la doméstica informal y pagándole el aguinaldo con un pan dulce, etc. Quieren volver a la circunstancia que tuvieron toda la vida, con una sociedad mucho menos democrática de la que tenemos ahora, que creo que hay una perspectiva de construcción de derechos que hay que consolidar, y no volver a tener la impunidad, por ejemplo, de mandar a matar a un paisano colgado de un árbol; o sea, hay un conjunto de aspectos que están en el fondo de la cuestión, que son sociales, profundos. En la campaña de las últimas semanas, yo creo que la referencia que hace el candidato del herrerismo, en contra de las ocho horas, es para ponerla en un museo, para que la estudien arqueólogos, para que estudien de cómo había un pensamiento en pleno siglo XXI contrario a las ocho horas, que si bien creo que son muchos los que lo piensan, éste se anima a decirlo y a expresarlo.
O. A.: –Hay quienes piensan que Tabaré Vázquez es el veto al aborto, el que intentó un TLC (Tratado de Libre Comercio) con Estados Unidos y tuvo el lío este de las pasteras y nada más. Es una forma de razonar media curiosa. Yo no soy san tabaresista, no lo fui antes ni lo soy ahora, voté por Tabaré ahora en las internas en todos lados. Ahora, ¡es mucho más que eso Tabaré Vázquez! Si no parece que hacemos un reduccionismo. Tabaré, un doble Arbolito en 1978, en plena dictadura militar. Y en La Teja, cualquiera que la conozca, sabe que un Arbolito era el lugar de la resistencia al régimen. Y había una gran parte de la estructura de izquierda que no sabía quién diablos era Tabaré Vázquez en 1988; cuando después que Arana no agarrara viaje, y tuvimos que salir a elegir un candidato a intendente, él dio la estructura que salió de dentro de ese local; abajo era el médico del pueblo, lo quería todo el mundo, andaba con el Pistola Masciscano, que este domingo va a haber un homenaje a él, y que recuerdo que le envió una carta a Tabaré antes de morirse que es una cosa que para nosotros los bolches te querés matar.
–Que Tabaré es algo más.
–O. A.: –Porque además, Tabaré fue el primer intendente de izquierda, y a ver, yo tuve tres meses de huelga en la construcción cuando tenía 18 años en 1993, y la intendencia nos llevaba pescado todos los días a los fogones de la huelga, no sé si hubo una intendencia con esa característica alguna vez. Por el contrario, te dan con un caño. Además, encabezó la defensa contra la privatización de las empresas públicas, ha estado en la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en 1986, encabezó la batalla contra la Reforma Constitucional, o sea, es bastante más que esas tres cosas. Y además es el gobierno del Frente Amplio, no el de Tabaré Vázquez, porque el que colocó el tema del TLC fue todo el partido, no sólo él. Porque fue una discusión interna de cómo nos parábamos ante esto. Nosotros, como movimiento sindical paramos y nos movilizamos contra esa propuesta. Ahora, es el mismo que recompuso relaciones con Cuba, que hizo la Operación Milagros con 40 mil operaciones de ojos para los más pobres, que generó el mayor crecimiento de salario real según el Cepal de toda América latina en los últimos siete años, que generó la reforma del sistema integrado de Salud, entre otras, cosas que marcan que hay un conjunto de transformaciones en curso y leyes laborales, que por ejemplo, para el Fondo de Competitividad Uruguay es el peor posicionado, o sea, visto al revés, es el que en más protecciones laborales está primero. Es una injusticia pensar que lo único que hay para recordar de Tabaré Vázquez es el veto al aborto; de hecho, con mi compañera, que es feminista, tenemos discusiones de sobremesa desde entonces.
A. S.: –Yo quiero sumar a esto, que la política no la puede hacer una sola persona. Porque lo que nos vendieron es que la política la hacen los cracks, donde el ckack es uno y el resto somos los giles que vamos y votamos. Y parte de lo que reivindicamos es que yo voy a votar para que el Frente Amplio sea gobierno, que va a llegar con un programa que lo redactaron todos los delegados, que estuvieron debatiendo en todos los barrios del país, del Uruguay. Discutimos si queríamos poner esto o lo otro, si queríamos hacer aquello. En realidad, la izquierda siempre tiene una discusión, que me parece que es la que no se puede perder que es la velocidad de los cambios. Que en realidad, el rumbo lo debes marcar, tener claro hacia dónde vas, y saber lo rápido que podés avanzar. Y eso refiere a un análisis de cuál es la relación de fuerzas. La que tenemos, la que tienen los otros y las capacidades que tiene el país. Entonces, el programa del Frente Amplio se discutió a lo largo y a lo ancho del país, en los rincones más chiquitos y en los pueblos más alejados hubieron compañeros discutiendo qué programa de gobierno. Luego hubo un Congreso, que nos peleamos de vuelta, logramos síntesis política, porque de eso se trata la unidad, no se trata de que todos pensemos igual, sino de buscar una convergencia que nos incluya a todos, que sea un alero donde todos podamos estar abajo. Por lo tanto, el que va a gobernar va a ser el Frente Amplio, donde por supuesto Tabaré Vázquez va a ser el presidente de la República, pero que va a gobernar con ese programa del partido.
–¿Y cuál es el desafío que tiene ahora?
–A. S.: –Consolidar lo que se ha construido hasta ahora. De disputar, después de diez años de gobierno, luego que lograste resolver algunos problemas de la emergencia social, que lograste hacer andar el país productivo, que antes no existía y hoy sí; de hecho, uno de los problemas que tenemos es que la infraestructura está desbordada, entonces no no alcanzan las carreteras, no nos dan los puertos, porque hay producción. El gran desafío es ampliar los productos, mejorar la calidad, aumentar el valor agregado, generar otros tipos de condiciones, es decir, tratar de modificar nuestro lugar en el mundo, de ser un exportador de productos primarios, pasar a ser, en conjunto con América latina, pasar a integrar el mundo con productos con una mayor tecnología e innovación. Ése es el gran desafío que tiene, en corto plazo, el Uruguay hoy.
–O. A.: –Igualmente creo que tenemos insuficientemente anclados los procesos populares y las bases organizadas. Muchas veces está anclada en individuos, entonces se nos fue Mujica y tengo un lío para quién poner, y creo que pasa también acá en Argentina, a quién ponés después de… ¿no?. Es una dificultad, pero ese escollo no puede ser eterno, tenemos que resolverlo, en el sentido de que tenemos que seguir abonando la idea. Yo miraba el otro día lo que pasa en Canelones; por las encuestas que tiene el Frente Amplio en ese Municipio, sale su Intendente, que no puede reelegir, y a todos los dirigentes de izquierda de esa ciudad los conoce menos del 20% de la población, o sea, ¡es un problema!, porque son todos buenos, gente macanudísima, trabajadora, militante, de la que podés darle para adelante, pero tenemos una dificultad, que para la derecha no lo es, porque puede construir de la nada, como construyó ahora un Justin Bieber moderno como candidato del herrerismo, pero para nosotros sí es un problema. Parte del debate que se maltrató en la interna del Frente Amplio respecto a Tabaré, donde llegué a escuchar la salvajada de “¡¡Tabaré Neoliberal!!” ¡Pará!, porque si no tenemos una dificultad de distinguir desde el punto de vista de reconocimiento, del enfoque histórico, de su papel. Igualmente, no soy de los que creen que Tabaré Vázquez va a ser él, sin condiciones, sino que va a ser también lo que nosotros hagamos. Lo que tenemos que ver es por qué los sectores de la oligarquía están en contra del gobierno, aunque les haya ido bien en esta década, porque ellos quieren volver al terreno en el cual podían tener el libre despido, cuando tenían a la doméstica informal y pagándole el aguinaldo con un pan dulce, etc. Quieren volver a la circunstancia que tuvieron toda la vida, con una sociedad mucho menos democrática de la que tenemos ahora, que creo que hay una perspectiva de construcción de derechos que hay que consolidar, y no volver a tener la impunidad, por ejemplo, de mandar a matar a un paisano colgado de un árbol; o sea, hay un conjunto de aspectos que están en el fondo de la cuestión, que son sociales, profundos. En la campaña de las últimas semanas, yo creo que la referencia que hace el candidato del herrerismo, en contra de las ocho horas, es para ponerla en un museo, para que la estudien arqueólogos, para que estudien de cómo había un pensamiento en pleno siglo XXI contrario a las ocho horas, que si bien creo que son muchos los que lo piensan, éste se anima a decirlo y a expresarlo.
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