El PT se juega el todo por el todo
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El PT se juega el todo por el todo
30 de Septiembre de 2014 OPINIÓN
El relevo de Eduardo Campos por Marina Silva provocó una hecatombe en el tablero político brasileño. No más, ni menos, porque cambia el escenario de primera vuelta, donde todo indica que por ahora Dilma Rousseff pasaría a enfrentar mano a mano a la ecologista en la segunda vuelta, y si bien el resultado del primer turno podría ser más tranquilo de lo que reflejan las encuestas, en el balotaje la situación puede cambiar drásticamente para el PT.
El relevo de Eduardo Campos por Marina Silva provocó una hecatombe en el tablero político brasileño. No más, ni menos, porque cambia el escenario de primera vuelta, donde todo indica que por ahora Dilma Rousseff pasaría a enfrentar mano a mano a la ecologista en la segunda vuelta, y si bien el resultado del primer turno podría ser más tranquilo de lo que reflejan las encuestas, en el balotaje la situación puede cambiar drásticamente para el PT.
El relevo de Eduardo Campos por Marina Silva provocó una hecatombe en el tablero político brasileño. No más, ni menos, porque cambia el escenario de primera vuelta, donde todo indica que por ahora Dilma Rousseff pasaría a enfrentar mano a mano a la ecologista en la segunda vuelta, y si bien el resultado del primer turno podría ser más tranquilo de lo que reflejan las encuestas, en el balotaje la situación puede cambiar drásticamente para el PT.
Para las elecciones del 5 de octubre, las encuestas dan una media de 38 puntos a favor de Dilma Rousseff. Sin embargo, hay que tener presente que los testeos se realizan preponderantemente en centros urbanos, por lo que se subestima el peso territorial del PT y el PMDB. Con esos mismos guarismos proyectados sin indecisos se ubicaría por encima de los 40 puntos y podría ser más alto de lo que indican las cifras publicadas por las consultoras.
Algo similar sucede con Aecio Neves y la presencia nacional del PSDB y los Demócratas (ex PFL) en el territorio, donde si bien las encuestas le dan una media de 18 puntos, difícilmente baje el 20 por ciento.
En la misma línea, con bastante incentivo mediático, Marina Silva recibe una medición con un media de 28 puntos, cuando difícilmente esté superando a nivel nacional los 25 puntos, por la escasa presencia de su figura más allá de los grandes centros urbanos. Sin embargo, hay algo que a esta altura resulta cierto: es la clara contendiente de Dilma Rousseff en segunda vuelta.
Y si el escenario es menos complejo en primera vuelta para el PT, la contienda del 26 de octubre lo coloca en la más dura de las batallas de su historia. Más allá de que los manuales dicen que una diferencia del 10 % es irremontable, en los balotajes brasileños se han presentado excepciones.
Además, este escenario es bien distinto a los anteriores en los que participó el PT, porque el traslado casi automático que recibía de los votos del espectro alternativo, que hoy ocupa Marina Silva pero que en su oportunidad fueron Heloisa Helena y Cristobam Buarque, esta vez estará disputando votos de los tucanos, que son más bien refractarios del PT, por lo que la lógica de 60/40, que se vivió en los anteriores balotajes, se traslada a un escenario más cercano a un 50/50.
Por eso, este balotaje puede dar sorpresas, e incluso no es descabellado pensar un acuerdo entre Marina Silva y Aecio Neves, ya que de hecho ella va a tener que negociar con el PSDB una coalición de gestión si quiere mostrar un mínimo de gobernabilidad de cara al electorado.
A su vez, el PT puede tener fuga de votos del PMDB, que aliado en la primera vuelta –con el vicepresidente Michel Temer– tendrá a los referentes locales traccionando votos a Dilma, pero una vez electos serán pocos los incentivos para movilizarse en la decisiva segunda vuelta.
En definitiva, la política brasileña está inmersa hoy en un vertiginoso proceso donde el PT se juega el todo por el todo.
Para las elecciones del 5 de octubre, las encuestas dan una media de 38 puntos a favor de Dilma Rousseff. Sin embargo, hay que tener presente que los testeos se realizan preponderantemente en centros urbanos, por lo que se subestima el peso territorial del PT y el PMDB. Con esos mismos guarismos proyectados sin indecisos se ubicaría por encima de los 40 puntos y podría ser más alto de lo que indican las cifras publicadas por las consultoras.
Algo similar sucede con Aecio Neves y la presencia nacional del PSDB y los Demócratas (ex PFL) en el territorio, donde si bien las encuestas le dan una media de 18 puntos, difícilmente baje el 20 por ciento.
En la misma línea, con bastante incentivo mediático, Marina Silva recibe una medición con un media de 28 puntos, cuando difícilmente esté superando a nivel nacional los 25 puntos, por la escasa presencia de su figura más allá de los grandes centros urbanos. Sin embargo, hay algo que a esta altura resulta cierto: es la clara contendiente de Dilma Rousseff en segunda vuelta.
Y si el escenario es menos complejo en primera vuelta para el PT, la contienda del 26 de octubre lo coloca en la más dura de las batallas de su historia. Más allá de que los manuales dicen que una diferencia del 10 % es irremontable, en los balotajes brasileños se han presentado excepciones.
Además, este escenario es bien distinto a los anteriores en los que participó el PT, porque el traslado casi automático que recibía de los votos del espectro alternativo, que hoy ocupa Marina Silva pero que en su oportunidad fueron Heloisa Helena y Cristobam Buarque, esta vez estará disputando votos de los tucanos, que son más bien refractarios del PT, por lo que la lógica de 60/40, que se vivió en los anteriores balotajes, se traslada a un escenario más cercano a un 50/50.
Por eso, este balotaje puede dar sorpresas, e incluso no es descabellado pensar un acuerdo entre Marina Silva y Aecio Neves, ya que de hecho ella va a tener que negociar con el PSDB una coalición de gestión si quiere mostrar un mínimo de gobernabilidad de cara al electorado.
A su vez, el PT puede tener fuga de votos del PMDB, que aliado en la primera vuelta –con el vicepresidente Michel Temer– tendrá a los referentes locales traccionando votos a Dilma, pero una vez electos serán pocos los incentivos para movilizarse en la decisiva segunda vuelta.
En definitiva, la política brasileña está inmersa hoy en un vertiginoso proceso donde el PT se juega el todo por el todo.
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