Nubarrones sociales para Dilma

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Nubarrones sociales para Dilma

Año 7. Edición número 317. Domingo 15 de Junio de 2014
Por
Ricardo Romero. Politólogo UBA/Unsam

Entrevista. Severo Salles. Profesor en la universidad nacional de México.

Empezó a rodar la brazuca y no son sólo jugadores e hinchas los que se dinamizan en Brasil, también se suman movimientos sociales que irrumpen en las calles. Desde clases sociales tradicionales como los trabajadores y campesinos, pasando por movimientos sociales como los indígenas o jóvenes reclamando un pasaje libre, el país verde-amarelo está viviendo una tormenta social que puede embarrar las canchas del Mundial e incluso cambiar el clima electoral de octubre.
Por eso, Miradas al Sur conversó con el Dr. Severo Salles, un profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México y especialista en Movimiento Sociales en América latina, quien presentó su libro La lucha de Clases en Brasilinvitado por el Instituto de Estudios en América Latina y el Caribe de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Con un andar parsimonioso, intrigado por el vendaval de afiches que nutre las paredes de las aulas, Severo abordó la situación de los distintos movimientos que componen la compleja trama de lucha social en Brasil.
–Prefiero hablar de “luchas”, pero pregunto: ¿cómo estudia la “lucha” de clases en Brasil?
–Sí, posiblemente. Esto viene de una concepción teórica y política que comprende que pese a las transformaciones existentes en el capitalismo, la lucha de clases existe, porque en una economía mercantil avanzada hay necesariamente confrontaciones de clases. A su vez, al hacer el estudio de la historia, a partir de la teoría y la política, en especial del marxismo, nos da que el impulso principal de los acontecimientos son las contradicciones entre las clases sociales. No es que la lucha de clases explique todo, pero los grandes sujetos políticos en la historia brasileña son las clases sociales. Y aunque estas contradicciones de clases no son totalmente visibles, sino no requerirían de las ciencias sociales, ellas se expresan a través de mediaciones, donde incluso muchas de esas luchas no son sociales, son luchas políticas como las de género o la cuestión ecológica.
–¿Cómo se están manifestando las clases sociales en Brasil?
–En Brasil tuvimos un período de auge de lucha de clases, que va desde aproximadamente 1968 hasta 1989 donde se marcó una fase de reflujo. Si bien al ser un país preponderantemente urbano existen manifestaciones y luchas importantes, pero recién en el 2013 tal vez empezó algo que pueda decirse como nuevo ascenso de las clases sociales, aunque aún no está consolidado, pero puede verse como una reanimización de la lucha social, de la lucha de clases.
–¿Usted plantea que existe un reflujo de la lucha de clases?
–Después de un período de más de 20 años de baja en la luchas de clases, con el gobierno de Dilma Rousseff, en junio del 2013, ocurrió lo que llamamos las Jornadas de Junio, que fueron manifestaciones simultáneas, llegando a realizarse en un día en 100 ciudades brasileñas, donde se calculan más de un millón y medio de personas en las calles. Su inicio fue el aumento del costo del pasaje de transporte, dispuesto por la Alcaldía de San Pablo, aceptado y negociado con los propietarios de las empresas de ómnibus, donde al movimiento Passe Livre, compuesto sobretodo de jóvenes que ya se habían manifestado en Bahía y en Minas Geraís, las autoridades del Estado y la Alcaldía determinaron que fuera reprimido, pero el Coronel encargado de esto se negó a cumplir esta orden, alegando que el movimiento era constitucional, y allí se entró en una dinámica de crecimiento, algo parecido a la Argentina de 2001, cuando el decreto del estado de sitio fue la gota que rebalsó el vaso, con las diferencias del caso; lo que ocurrió es que reprimieron el movimiento y disparó un movimiento muchísimo más grande.
–¿Este reflujo de la lucha tiene que ver con el gobierno del PT?
–Es que es verdad que con el gobierno del Partido dos Trabalhadores hubo programas sociales que promovieron una reducción muy considerable de la pobreza extrema, de 9 a 3 millones de personas, y el aumento real del salario mínimo durante la gestión de Lula fue de casi el 50%, pero ocurre que todo el servicio de salud pública es pésimo, una vergüenza lamentable; la escuela pública también está deplorable; y el transporte público está mucho peor, porque la gente tiene que salir a veces a las 4 de la mañana para llegar a su trabajo, porque muchos fueron desplazados de los centros de la ciudad hacia la periferia por los emprendimientos inmobiliarios. Por eso, la gente quiere salud, quiere educación, quiere transporte, o sea, derechos elementales. Y hay un espectro joven de la clase trabajadora, que tiene un trabajo precario sin estabilidad y en condiciones bastante paupérrimas, que fueron parte considerable de los manifestantes de junio.
–¿Están preocupados por qué va a pasar durante el Mundial?
–Nosotros no sabemos, no tenemos cómo prever cómo será. Pero es interesante observar la postura del MST (Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra), porque ellos dicen que las manifestaciones relacionadas con la Copa del Mundo tienen como motivación los gastos exagerados de la misma. Estadios realmente monumentales, entre ellos, dos, uno en el Estado de Amazonas y otro en el de Mato Grosso, donde no hay ligas de fútbol profesional. Por supuesto que esos gastos podrían haber encontrado un destino mucho mejor para los brasileños que la construcción de estos estadios. Incluso, si bien hay otro tipo de iniciativas económicas, que se supone tienen como objetivo mejorar las condiciones de infraestructura de los habitantes de las ciudades donde ocurre la Copa, la verdad es que no cambió mucho la situación en las mismas.
–¿El MST juega un rol preponderante, por qué?
–Es que en el campo existe una situación peculiar en Brasil, que al igual que en otros países de América latina, como Bolivia o Ecuador, la lucha social en el campo, en particular de los trabajadores campesinos sin tierra, son las que llevan la delantera en la lucha de clases en el país. Por la misma situación e historia en la que está la clase trabajadora urbana, ellos pueden llegar muy lejos, ellos mismos lo saben, en particular el MST, que luchan por un medio de producción que requieren para trabajar, que es la tierra. Son conscientes de que no son la vanguardia de todo el pueblo, de todos los trabajadores, pero que sí significan un ejemplo de organización y de relación con las bases, pero que además con la conciencia de que con la lucha en el campo no pueden resolver la contradicción de fondo en la sociedad, no pueden inaugurar una nueva era en la sociedad, porque para cambiar la correlación de fuerzas en el campo es necesario cambiar la correlación de fuerzas en toda la sociedad. No logra resolver las contradicciones de la sociedad en su conjunto, incluso el problema de la reforma agraria.
–¿Y cómo se da la confrontación en el campo?
–Confrontan con los grandes terratenientes, porque por la Constitución de 1988 de la República Federativa de Brasil, las tierras improductivas pueden ser afectadas a la reforma agraria, lo que ya es algo injusto porque sería más interesante afectar las mejores tierras; sin embargo es un artículo que nunca tuvo su reglamentación. Por eso, quienes tienen muchas tierras y tienen allí una vaca o un cocotero en una hectárea, se considera que esta tierra es productiva, y allí depende de la correlación de fuerzas del momento para que se las pueda conceder a la reforma agraria. No es un solo movimiento, pero el más grande es el MST, donde ellos luchan más que por la disputa parlamentaria por una ley de reforma agraria, en la organización de descendientes de campesinos, que fueron a la ciudad en busca de mejores condiciones y trabajo pero que ese sueño no se realizó y precisan volver al campo a luchar por la tierra. Se reúnen una 150 a 300 familias en las orillas de las carreteras y encuentran o definen determinadas tierras o propiedad que podrían ser clasificadas como una tierra improductiva, y así rompen la cerca y ocupan la tierra. Y de allí comienza una lucha pública para que se aplique la constitución y se proceda a la reasignación de la propiedad de la tierra. Así van haciendo la reforma agraria de apoco, y la verdad que así 500.000 familias ya obtuvieron sus tierras mediante la lucha.
–¿Qué rol está jugando la Central Única de Trabajadores?
–La CUT es del PT, del partido de gobierno, lo que no quiere decir que tenga una postura igual al mismo, porque tienen que articular también el apoyo de los sindicatos y de los trabajadores en las bases, y de acompañar incondicionalmente tendrían problemas por ahí. Sin embargo, si bien la CUT toma la iniciativa de apoyar diferentes manifestaciones y luchas sociales, pero de ahí a cuánto estimula a las mismas, allí queda en una situación dudosa, porque paga el precio de apoyar al PT en el Estado.
–¿Y el movimiento estudiantil qué rol juega?
–Si bien hay una movilización juvenil importante, sin embargo, el movimiento estudiantil que era un actor relevante antes del golpe de 1964 y su exterminio por parte de la Dictadura, con represión, persecución y muerte de dirigentes, este sujeto cambio totalmente. Recuerdo que un estudiante que agredió verbalmente a un decano fue encarcelado en base a la Ley de Seguridad Nacional! Lo cierto es que toda una generación padeció una dictadura de 21 años que debilitó al movimiento y que hoy no juega ese rol que tuvo en la historia de Brasil.

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  • A la crisis parlamentaria y de gabinete se le suma la social. Esta semana, el Movimiento de los Sin Tierra y Vía Campesina se movilizaron hacia Brasilia, sede del gobierno federal, y marcharon por la Explanada de los Ministerios, en la principal avenida de esa ciudad que concentra a las oficinas de los principales poderes públicos. Unos 20 mil manifestantes se constituyeron en la primera marcha de masas contra la gestión de Dilma Rousseff.
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    En Brasil, según el censo de 2010, viven 190.732.694 habitantes. Cuatro millones de las familias pobres reciben la Bolsa Familia (un programa de apoyo económico del Ministerio de Desarrollo Social) para no morir de hambre.
  • Luis Andrango Cadena tiene 33 años, es un joven indígena kichwa, proviene de una comunidad indígena llamada Turucu, que significa “lugar húmedo” y que está ubicada en el cantón Cotacachi, provincia de Imbabura, al norte del país. Tiene un hijo de diez años y es viudo. Su padre es también originario de Turucu, es ecuatoriano; su madre es mexicana. Los padres se conocieron gracias a una beca de él para estudiar en México. Luis es el mayor de tres hermanos.



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