Nuevo escenario en Costa Rica

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Nuevo escenario en Costa Rica

Año 7. Edición número 299. Domingo 9 de Febrero de 2014
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La irrupción de otras fuerzas políticas marca un escenario electoral distinto
El principal efecto de las elecciones en Costa Rica es el derrumbe de su tradicional bipartidismo, que venía desde 1986 entre el Partido Liberación Nacional (PLN) y la Unidad Social Cristiana (PUSC). Además, se presentó la irrupción de nuevas fuerzas políticas que marcan un nuevo escenario para el país. Primero, porque una escisión del PLN, el Partido Acción Ciudadana (PAC), logró el primer lugar, y segundo, porque un espacio de izquierda, el Frente Amplio (FA), logra un tercer puesto, que si bien no se cumplieron las profecías de su victoria, ocupará un rol protagónico en la política costarricense.
Por lo pronto, la contienda del 9 de abril próximo será entre Luis Guillermo Solís, historiador de 55 años y candidato del centrista PAC, y el oficialista de derecha Johnny Araya, ingeniero de 56 años y ex alcade de San José (1998-2013), que si bien salió segundo, pretende mantener el gobierno para el PNL por un tercer período consecutivo, a pesar del desgaste de ocho años de una mala gestión de la presidenta saliente Laura Chinchilla.
La victoria en primera vuelta de Luis Guillermo Solís, además de marcar una sorpresa para las encuestadoras, acabó con la ilusión de la izquierda de llegar al gobierno. Es que todas las encuestas colocaban en la segunda vuelta al diputado José María Villalta, dirigente ecologista de tan sólo 36 años. Tras conocerse los resultados parciales del Tribunal Supremo Electoral, que marcaban una tendencia irreversible hacia la segunda vuelta y sus protagonistas, desde una improvisada tarima instalada en su bunker de campaña, Solís se dirigió a su militancia diciéndoles: “¡Gobernaremos!, gobernaremos Costa Rica. Ni un paso atrás, sólo adelante! (…) vamos a ganar porque somos un pueblo que decidió cambiar”, festejando el primer lugar con el 30,8% y provocando la ovación de sus seguidores.
En tanto que Johnny Araya, que durante el día se había mostrado triunfalista, tuvo que morigerar su discurso y cambiar su destinatario, porque si bien logró ingresar a la segunda vuelta, no obtuvo el primer lugar; además, esperaba una campaña polarizada contra el izquierdista Villalta y ahora tendrá que enfrentar a un candidato de centro. Tomando cuenta de la situación, declaró: “No hay duda de que el resultado electoral nos muestra que todavía no hemos dado señales suficientemente claras ante el pueblo de que nosotros queremos rectificar, que queremos un cambio responsable en Costa Rica”, dijo Araya, marcando la situación de desgaste e impopularidad que tuvo el gobierno de Chinchilla.
Es que si bien se reconoce una cierta estabilidad democrática y social –el país no tiene golpes desde 1948–, a lo largo de la gestión de Chinchilla Costa Rica creció profundizando la desigualdad social, donde se estima que el índice de gini pasó de 50,7 en 2010 a cerca de 53 en 2013, presentando una tendencia contraria a los países latinoamericanos, que bajaron su desigualdad en un promedio de 4 puntos, lo que explica en parte el descontento social de un país acostumbrado a la inclusión.
Y quizás no sea toda la culpa de Chinchilla, porque la gestión de Araya dejó en la alcaldía de San José un creciente proceso de endeudamiento, que compromete las finanzas de esa institución, porque la deuda del municipio pasó de ¢ 29.800 millones en 2011 a ¢42.700 millones en 2012, según revela una auditoría externa.
Además, Solís se vio favorecido por el desplome del PUSC, que está acosado por una crisis interna y denuncias de corrupción, que derivaron en la prisión de los ex presidentes Rafael Calderón y Miguel Ángel Rodríguez, quedando libre el espacio de oposición, que en principio parecía que iba a ocupar el Frente Amplio pero que finalmente será el PAC quien ocupará ese lugar, e incluso tiene la posibilidad de llegar al gobierno.
Sobre el nuevo escenario, el profesor Mario Toer comentó a Miradas al Sur: “Los resultados en Costa Rica marcan una fragmentación y abren paso a una reconfiguración política, que podrían generar nuevos realineamientos del país, en lo respecta a la política internacional, en especial en relación con los Estados Unidos, y deja un espacio de izquierda que puede prefigurar nuevos debates en torno a las políticas públicas”.
Por su parte y en el mismo sentido, Jorge Kreyness sostuvo a Miradas al Sur: “Con la derrota del oficialismo, que siempre favoreció la presencia militar de EE.UU. en Costa Rica, un país sin ejército, esto podría cambiar. Además, los resultados dejaron la presencia de un espacio con el 17%, el Frente Amplio –una fuerza que sin perder la ideología se escindió de Vanguardia Popular, histórico partido de la izquierda costarricense (…) y si bien el Frente Amplio, que es integrante del Foro de San Pablo, manifestó que no va a apoyar ni hacer declaración a favor de algún candidato, seguro jugará un rol importante en el Parlamento y en la discusión política, porque si bien perdió la posibilidad de ir a segunda vuelta, un 17% es una victoria importante y queda instalado”.
En tanto que Valter Pomar, al conversar con Miradas al Sur, remarcó la misma línea: “Fortalecer la izquierda en la región de Centroamérica y el Caribe es esencial en la disputa de dos proyectos de integración que hay en el continente, el representado por la Celac (una integración autónoma) y el otro, expresado por la Alianza del Pacífico, bajo los tratados bilaterales, etc. (una integración su­bordinada a los Estados Unidos), subrayando con buen augurio la presencia política del Frente Amplio en Costa Rica.
Tal como señalan estos especialistas, si bien quedó fuera de la contienda, el Frente Amplio tendrá un rol importante en una próxima gestión que presentará un “gobierno dividido” (concepto que usa la ciencia política para describir la situación de un Ejecutivo con minoría parlamentaria y mayoría de la oposición.). Y es que el FA obtuvo 9 de los 57 escaños del Congreso, mientras el PAC, a pesar de ganar, sacó solo 13 legisladores frente a los 18 del oficialista PNL. En tanto que el PUSC logró ocho diputados, el derechista Movimiento Libertario, cuatro y el resto de los legisladores se repartirían entre diferentes partidos minoritarios, lo que marca esta situación es una profunda fragmentación del Parlamento costarricense. Ante esta situación, tanto Solís como Araya reconocieron la necesidad de abrir diálogo contras fuerzas políticas y establecer alianzas, proceso que se irá configurando a lo largo de los días previos al 9 de abril.
Más allá del “gobierno dividido”, el futuro gobierno tendrá una economía estable, con una baja inflación que ronda entre el 3 al 5% y un nivel de crecimiento que cerró en 3,5% en 2013 y según las previsiones del Banco Central, en 2014 se alcanzaría el 3,8%.
Un dato interesante fue la denuncia que hizo la Defensoría de los Habitantes de Costa Rica sobre la poca igualdad en la participación de las mujeres en la próxima Asamblea Legislativa, que quedó electa el pasado domingo. De los 57 diputados que tiene el Congreso, y según los datos provisionales, caería del 38,6% alcanzado en las últimas dos administraciones, a un 32% para el período 2014-2018. En un comunicado, la Defensoría lamentó la situación, porque no es sólo un “tema de números” sino de derechos, porque es una deuda pendiente con las mujeres, con la democracia y con la participación”, sentencia el documento.
Concluyendo el análisis, la elección en Costa Rica, junto a la de El Salvador, expresa la consolidación de fuerzas y gobiernos progresistas en América Central y el Caribe, algo que se reflejó en el II Encuentro de la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), espacio que se volverá a reunir precisamente en ese país. Incluso, el gobierno del FMLN marca una articulación bajo la influencia de Venezuela en la región, en lo que constituye la ALBA (Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América), junto al sandinismo de Nicaragua, organización con la que mantienen una relación desde los tiempos de la insurgencia revolucionaria. Y si bien en Costa Rica aún no se llega a un gobierno de izquierda, una victoria de Solís podría reorientar sus relaciones en la región.

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