Dilma en el mundo
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Un punto crucial para el gobierno de Rousseff fue sostener el liderazgo que había establecido su antecesor en el escenario internacional. Algo que logró sostener con la articulación de una fuerte alianza continental, centrada en los anillos Mercosur - Unasur - Celac, y en la alianza estratégica configurada por los Brics (Brasil - Rusia - India - China y Sudáfrica). Esto permitió a Brasil sostener una presencia en diferentes niveles internacionales como el G-20 y promover políticas diferentes a los ajustes neoliberales de la década del noventa. Punto que la enfrentó tanto a Alemania como a Estados Unidos en la estrategia para superar la crisis.
De hecho, Brasil mantiene una disputa con EE.UU. por el supuesto espionaje denunciado por el ex consultor de inteligencia Edward Snowden, quien sostuvo que la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos (NSA) había espiado las comunicaciones de la presidenta Dilma Rousseff, sus asesores y especialmente de la Petrobras. Situación que recibió el apoyo del mismo ex presidente Bill Clinton, que de visita a Brasil sostuvo: “En el caso de Petrobras (…) No deberíamos levantar información económica bajo el pretexto de la seguridad. No de un aliado”.
Otro apoyo importante que recibió Dilma Rousseff sobre el tema fue el del presidente de Francia, François Hollande, que de visita a Brasil centró como uno de los acuerdos la lucha contra el ciberespionaje del que habrían sido víctimas ambos mandatarios. Al respecto, el jefe de Estado francés dijo que: “Tras una serie de revelaciones –de espionaje– es necesario tener una reacción firme y una política que proteja nuestros derechos y evite que eso se repita”.
Aunque la principal preocupación de Dilma Rousseff es ampliar la colocación de productos brasileños, a fin de impulsar la alicaída economía. Por eso, propicia mayor grado de acuerdos para incrementar el comercio exterior. Así, Brasil vio con agrado los compromisos alcanzados en la Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de Comercio en Balí, Indonesia. La Cancillería brasileña entiende que el “Acuerdo de Facilitación del Comercio”, firmado por 159 países, facilitaría el acceso de productos brasileños a mercados en todo el mundo, al simplificar y desburocratizar requerimientos aduaneros.
Sin embargo, el punto clave de su expansión comercial está en su relación con China y con América latina. Con el gigante asiático la relación es crucial. Durante el año 2012, la relación de intercambio entre ambos países sobrepasó los 75 mil millones de dólares y se espera que crezcan exponencialmente en los próximos años. Desde 2009, China es el mayor socio comercial de Brasil y el principal inversor extranjero directo. A su vez, Brasil es el principal proveedor de China en América latina, que alcanza unos 41,2 mil millones de dólares de exportaciones hacia ese país, que si bien están concentradas en un pequeño grupo de materias primas como la soja, se espera diversificar en los próximos flujos de venta. Por eso, ambos países buscan afianzar su relación comercial para aumentar inversiones china e incrementar las importaciones de productos brasileños. A tal fin, el Banco Central de Brasil y el Banco Popular de China firmaron un acuerdo para realizar transacciones en monedas nacionales, a fin de evitar la dependencia de dólares, por un valor de 60 mil M de reales o 190 mil millones de yuanes (que equivalen a unos 30 mil millones de dólares).
A la vez, Dilma Rousseff intenta sostener una articulación en continental. Durante la semana se entrevistó con los presidentes José Mujica, de Uruguay, y Ollanta Humala, de Perú. La reunión con Mujica el domingo pasado estuvo centrada en analizar los avances alcanzados por un grupo bilateral creado en 2012 para impulsar el acercamiento entre ambos países en lo que refiere a libre circulación de personas y bienes por sus fronteras. Además, ambos presidentes conversaron sobre planes de interconexión energética y la marcha de acuerdos de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur, punto que incluye a Argentina, Paraguay y Venezuela.
En tanto que este miércoles se reunió con Ollanta Humala. La relación con este país la destacó Dilma Rousseff a través de las redes sociales, al señalar que Perú es el tercer mayor destino de las inversiones de Brasil en América del Sur, que alcanza unos 6 mil millones de dólares, con más de 70 empresas radicadas allí. En el encuentro, firmaron acuerdos centrados en el aumento de la cooperación, la integración de las cadenas productivas de ambos países y la infraestructura. A su vez, conversaron sobre temas de políticas sociales y regionales en el marco de propiciarlas en la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas).
Otro punto importante para Brasil es haber logrado la incorporación de Venezuela al Mercosur, posibilidad abierta luego de la destitución de Fernando Lugo en Paraguay. Así, Dilma Rousseff puede sostener una inclusión de un país que pierde protagonismo regional tras la muerte de Hugo Chávez y lograr una especie de contención. En tanto que, normalizada la situación institucional del país guaraní, resulta propicio el fortalecimiento regional debido a que el mismo Horacio Cartes, a partir de una decisión soberana del país según el mandatario, aceptó la ampliación del bloque regional.
En tanto que con Argentina, el punto de relación es uno de los más altos de la historia, tanto en términos económico-comerciales como políticos. Si bien existen tensiones específicas, lo cierto es que hay una clara convergencia de políticas de integración y de orientaciones a seguir. Una de ellas, por ejemplo es en el terreno de derechos humanos, donde Dilma Rousseff encaró una estrategia de esclarecimiento, estableciendo la “Comisión de la Verdad”, que hoy está mostrando crímenes de alta relevancia como el propiciado al ex presidente Juscelino Kubitschek y, el que se está investigando, al legendario João Goulart. En definitiva, es un punto en el cual se avanza con suma claridad y se suma a los cambios que vive la región en la materia.
De hecho, Brasil mantiene una disputa con EE.UU. por el supuesto espionaje denunciado por el ex consultor de inteligencia Edward Snowden, quien sostuvo que la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos (NSA) había espiado las comunicaciones de la presidenta Dilma Rousseff, sus asesores y especialmente de la Petrobras. Situación que recibió el apoyo del mismo ex presidente Bill Clinton, que de visita a Brasil sostuvo: “En el caso de Petrobras (…) No deberíamos levantar información económica bajo el pretexto de la seguridad. No de un aliado”.
Otro apoyo importante que recibió Dilma Rousseff sobre el tema fue el del presidente de Francia, François Hollande, que de visita a Brasil centró como uno de los acuerdos la lucha contra el ciberespionaje del que habrían sido víctimas ambos mandatarios. Al respecto, el jefe de Estado francés dijo que: “Tras una serie de revelaciones –de espionaje– es necesario tener una reacción firme y una política que proteja nuestros derechos y evite que eso se repita”.
Aunque la principal preocupación de Dilma Rousseff es ampliar la colocación de productos brasileños, a fin de impulsar la alicaída economía. Por eso, propicia mayor grado de acuerdos para incrementar el comercio exterior. Así, Brasil vio con agrado los compromisos alcanzados en la Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de Comercio en Balí, Indonesia. La Cancillería brasileña entiende que el “Acuerdo de Facilitación del Comercio”, firmado por 159 países, facilitaría el acceso de productos brasileños a mercados en todo el mundo, al simplificar y desburocratizar requerimientos aduaneros.
Sin embargo, el punto clave de su expansión comercial está en su relación con China y con América latina. Con el gigante asiático la relación es crucial. Durante el año 2012, la relación de intercambio entre ambos países sobrepasó los 75 mil millones de dólares y se espera que crezcan exponencialmente en los próximos años. Desde 2009, China es el mayor socio comercial de Brasil y el principal inversor extranjero directo. A su vez, Brasil es el principal proveedor de China en América latina, que alcanza unos 41,2 mil millones de dólares de exportaciones hacia ese país, que si bien están concentradas en un pequeño grupo de materias primas como la soja, se espera diversificar en los próximos flujos de venta. Por eso, ambos países buscan afianzar su relación comercial para aumentar inversiones china e incrementar las importaciones de productos brasileños. A tal fin, el Banco Central de Brasil y el Banco Popular de China firmaron un acuerdo para realizar transacciones en monedas nacionales, a fin de evitar la dependencia de dólares, por un valor de 60 mil M de reales o 190 mil millones de yuanes (que equivalen a unos 30 mil millones de dólares).
A la vez, Dilma Rousseff intenta sostener una articulación en continental. Durante la semana se entrevistó con los presidentes José Mujica, de Uruguay, y Ollanta Humala, de Perú. La reunión con Mujica el domingo pasado estuvo centrada en analizar los avances alcanzados por un grupo bilateral creado en 2012 para impulsar el acercamiento entre ambos países en lo que refiere a libre circulación de personas y bienes por sus fronteras. Además, ambos presidentes conversaron sobre planes de interconexión energética y la marcha de acuerdos de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur, punto que incluye a Argentina, Paraguay y Venezuela.
En tanto que este miércoles se reunió con Ollanta Humala. La relación con este país la destacó Dilma Rousseff a través de las redes sociales, al señalar que Perú es el tercer mayor destino de las inversiones de Brasil en América del Sur, que alcanza unos 6 mil millones de dólares, con más de 70 empresas radicadas allí. En el encuentro, firmaron acuerdos centrados en el aumento de la cooperación, la integración de las cadenas productivas de ambos países y la infraestructura. A su vez, conversaron sobre temas de políticas sociales y regionales en el marco de propiciarlas en la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas).
Otro punto importante para Brasil es haber logrado la incorporación de Venezuela al Mercosur, posibilidad abierta luego de la destitución de Fernando Lugo en Paraguay. Así, Dilma Rousseff puede sostener una inclusión de un país que pierde protagonismo regional tras la muerte de Hugo Chávez y lograr una especie de contención. En tanto que, normalizada la situación institucional del país guaraní, resulta propicio el fortalecimiento regional debido a que el mismo Horacio Cartes, a partir de una decisión soberana del país según el mandatario, aceptó la ampliación del bloque regional.
En tanto que con Argentina, el punto de relación es uno de los más altos de la historia, tanto en términos económico-comerciales como políticos. Si bien existen tensiones específicas, lo cierto es que hay una clara convergencia de políticas de integración y de orientaciones a seguir. Una de ellas, por ejemplo es en el terreno de derechos humanos, donde Dilma Rousseff encaró una estrategia de esclarecimiento, estableciendo la “Comisión de la Verdad”, que hoy está mostrando crímenes de alta relevancia como el propiciado al ex presidente Juscelino Kubitschek y, el que se está investigando, al legendario João Goulart. En definitiva, es un punto en el cual se avanza con suma claridad y se suma a los cambios que vive la región en la materia.
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