Más allá de las protestas
Más allá de las protestas
Lo sorpresivo de las movilizaciones sociales que irrumpieron las calles brasileñas, es que desconcertaron a medios e intelectuales, que inmediatamente salieron a intentar dar explicaciones sobre una protesta social que va más allá de la suba de tarifas de transporte.
Tanto desde la izquierda, que tiende a tildar a este movimiento de fascista, por ser jóvenes apartidarios de clase media, como desde la derecha, que intenta igualarlo al Impeachment contra Collor, tratando de presentarlo como un movimiento anticorrupción, las interpretaciones toman componentes de un país con profundas contradicciones sociales.
Si bien es cierto que tanto el gobierno de Ignacio Lula Da Silva como el de Dilma Rousseff provocaron importantes transformaciones sociales, sacando de la indigencia a millones de brasileños como principal efecto, aún quedan pendientes temas como la contención de una juventud, devenida del boom demográfico que el mismo progreso social generó, que suma expectativas y demandas a un modelo, que pareciera no incluirlos.
Si bien la manifestación tuvo su epicentro en el Movimiento Pase Libre, impulsado por organizaciones de izquierda, su perfil ideológico desbordó las reivindicaciones de base, que desde las redes sociales expresan no sólo contenidos de protesta, sino que además atacan a todo el espectro político partidario. De hecho algo que comenzó contra el opositor Geraldo Alckim (gobernador de San Pablo) hoy alcanza a la misma presidenta Rousseff.
Sin embargo, si bien hay cierta irritación, se aleja bastante del movimiento de indignados europeos, donde estos están siendo despojados de conquistas y derechos sociales. Lo cierto es que son movilizaciones que no ocurrían en Brasil desde hace 21 años, y que si bien los manifestantes lograron revertir los aumentos en las tarifas de transporte, pareciera que esto no va alcanzar. Es que las consignas se multiplicaron a lo largo del pliegue de la protesta y ahora se interpela la realización misma del Mundial 2014 y de las Olimpiadas 2016.
La organización de estos megaeventos, que ya se llevó puesto a un Secretario de Deportes, el comunista Orlando Silva, por no ceder a las presiones de la FIFA, que entre otras cosas impulsaba la venta de bebidas alcohólicas en los estadios de fútbol, ahora preocupa a Dilma Rousseff, que suspendió su viaje a Japón, y reunió a su Gabinete para afrontar una situación compleja con final incierto.
Si bien es cierto que tanto el gobierno de Ignacio Lula Da Silva como el de Dilma Rousseff provocaron importantes transformaciones sociales, sacando de la indigencia a millones de brasileños como principal efecto, aún quedan pendientes temas como la contención de una juventud, devenida del boom demográfico que el mismo progreso social generó, que suma expectativas y demandas a un modelo, que pareciera no incluirlos.
Si bien la manifestación tuvo su epicentro en el Movimiento Pase Libre, impulsado por organizaciones de izquierda, su perfil ideológico desbordó las reivindicaciones de base, que desde las redes sociales expresan no sólo contenidos de protesta, sino que además atacan a todo el espectro político partidario. De hecho algo que comenzó contra el opositor Geraldo Alckim (gobernador de San Pablo) hoy alcanza a la misma presidenta Rousseff.
Sin embargo, si bien hay cierta irritación, se aleja bastante del movimiento de indignados europeos, donde estos están siendo despojados de conquistas y derechos sociales. Lo cierto es que son movilizaciones que no ocurrían en Brasil desde hace 21 años, y que si bien los manifestantes lograron revertir los aumentos en las tarifas de transporte, pareciera que esto no va alcanzar. Es que las consignas se multiplicaron a lo largo del pliegue de la protesta y ahora se interpela la realización misma del Mundial 2014 y de las Olimpiadas 2016.
La organización de estos megaeventos, que ya se llevó puesto a un Secretario de Deportes, el comunista Orlando Silva, por no ceder a las presiones de la FIFA, que entre otras cosas impulsaba la venta de bebidas alcohólicas en los estadios de fútbol, ahora preocupa a Dilma Rousseff, que suspendió su viaje a Japón, y reunió a su Gabinete para afrontar una situación compleja con final incierto.
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