¿Alianza o salvataje?

Tiempo Argentino


¿Alianza o salvataje?

Lic. Ricardo Romero
Politólogo UBA/UNSAM
@richardbsas
Internacional – Miradas al Sur

Con bombos y platillos, el epicentro mundial del capitalismo del siglo XX anuncia un tratado de libre comercio e inversiones que articularía a los Estados Unidos de Norteamérica y la Unión Europea, constituyéndose así en lo que sería el mayor polo de económico del planeta. Teniendo en cuenta la profunda crisis que atraviesa el viejo continente y considerando la leve recuperación económica norteamericana, el anuncio puede ser visto con optimismo o con pesimismo.
Con optimismo, para los europeos, porque la alianza podría implicar un salvataje a su economía, donde el crecimiento norteamericano le tira un salvavidas a la alicaída producción europea, centrado en el intercambio y acuerdos de inversión que hoy alcanzan los tres billones de dólares. Desde una visión pesimista, el acuerdo instrumentaliza una relación económica que de hecho está condicionada por lazos políticos y geoestratégicos insoslayables.
En tal sentido, más que una “alianza” es un “salvataje” frente al fortalecimiento de otros polos de desarrollo constituidos en el siglo XXI y el mismo acercamiento de la Unión Europea a la CELAC (Comunidad de Estados Latinoaméricanos y Caribeños). En lo global, la expansión de la economía China y su articulación con Brasil, India, Rusia y Sudáfrica en el marco de los BRICS, cuestiona el liderazgo de EEUU a nivel planetario, al menos en términos de desarrollo económico. A su vez, en términos regionales, la conformación de la CELAC, articulando las 33 economías de continente, reduce la influencia norteamericana en Latinoamérica y contrapone un núcleo económico de cierta autonomía.
Especialmente, cuando los acuerdos del CELAC contienen una entramado político expresado en la UNASUR (Unión de Naciones del Suramericanas), donde no solo una cuestión de intercambios mercantiles, sino que se centra en una integración socio-política del continente. En ese marco, Estados Unidos cuenta con una desventaja, el esquema ortodoxo que mueve a las economías europeas, que centran su salida a la crisis en meras políticas de ajuste. Es más, los esquemas de libre comercio profundizan desigualdades internas, especialmente sobre los PIGS (Portugal-Irlanda-Grecia-España). Contrapuesto a la integración económica que desarrollan los acuerdos de nivel Sur-Sur, que implican una visión centrada en la producción y en la corrección de asimetrías, lo que promueve el desarrollo de sus integrantes y no su trato como puercos.

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