Dilma sostiene la economía a cañonazos
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Año 5. Edición número 218. Domingo 22 de julio de 2012
Por
Ricardo Romero Politólogo UBA/UNSAM
Para contrarrestar los efectos recesivos de la crisis internacional, la presidenta brasileña apuesta a fortalecer la industria militar como agente multiplicador de la economía.
Para encarar la tormenta de la crisis mundial, la presidenta Dilma Rousseff tiene en carpeta un decreto para impulsar la industria bélica, como forma de contrarrestarla y favorecer el crecimiento económico. Como una especie de keynesianismo militar, tal como caracterizaba Paul Sweezy al capitalismo norteamericano, ahora en Brasil se espera sostener el crecimiento con la producción militar, tanto por el efecto multiplicador que genera como por su capacidad de sustituir importaciones.
En primera instancia, el decreto buscará reglamentar la convocatoria a las principales empresas constructoras multinacionales brasileñas al acceso de incentivos para tener en el país subsidiarias orientadas a la industria bélica. Con gran optimismo, el general de división Aderico Mattioli, Director del Departamento de Productos del Ministerio de Defensa, sostuvo: “Es un mercado difícil de conquistar, pero tenemos que dejar de importar, producir en el país y si es posible exportar, lo que contribuirá a la balanza comercial”.
A su vez, el decreto facilitará el proceso de licitaciones, exigiendo contenidos mínimos de industria nacional y capacidad innovadora para obtener los créditos blandos. “La intención de la ley es dar soberanía tecnología para el país, una unión de grandes empresas nacionales trabajando para el sector, como ocurrió en Europa”, reafirmó el general Mattioli.
Con estas medidas, se apuesta a estimular la capacidad armamentística de Brasil, como un factor multiplicador de las inversiones, sustentado en un mercado que anualmente mueve 1,5 billones de dólares; ante la desaceleración de la producción industrial en Brasil, que en Mayo sufrió una nueva retracción del 0,9% respecto al mes anterior, tal como lo informó el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística.
Por eso, se propone invertir unos 70 mil millones de dólares hasta 2015, en una serie de subsidios, afectado a desgravaciones impositivas y financiaciones blandas, para favorecer la formación de grandes consorcios empresariales productores de armamentos y equipos de defensa militar. La única restricción, es que en éstos grupos los capitales brasileños tengan preponderantemente el control accionario.
Esta política es continuidad de la “Estrategia Nacional de Defensa”, iniciada en 2008 por el entonces presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que se orientó a consolidar industrias del sector. Tal como informó el diario O Globo, ya crearon sus brazos de la industria de guerra las constructoras multinacionales brasileñas: Odebrecht, Engevix, Andrade Gutiérrez, OAS y Queiroz Galvao. También la productora de aviones Embraer –que tiene una sociedad de material bélico con la Boeing– y el Grupo Synergy, controladora de la aerolínea local Avianca. De allí, existen empresas como la Odebrecht, que participa de un contrato con la Marina brasileña por unos 4.700 millones de dólares para construir junto a la estatal Nuclep (Nuclebras Equipamientos Pesados), el primer submarino brasileño a propulsión nuclear.
Si bien el gobierno brasileño fomenta otras áreas industriales, de hecho en junio lanzó un programa gubernamental de compre-nacional por 4 mil millones de dólares para impulsar el crecimiento, esta nueva medida centra el crecimiento ya no en la centro paulista, lo que provocó la crítica del sector, que desde la Federación de Industrias de San Pablo, sostuvieron que fomentar una sociedad entre las pequeñas constructoras locales que existen en Brasil y grandes multinacionales de armamentos, aseguran que serán éstas últimas quienes terminarán decidiendo qué producir. “En ese contexto, la soberanía nacional se convierte apenas en una oportunidad para los negocios”, afirmaron especialistas vinculados a la entidad.
Además, tal como sostiene el economista Rolando Astarita en una nota su blog titulada “Brasil, armamentismo y nacionalismo”, esta situación abre el interrogante sobre el status actual de la economía brasileña en el capitalismo mundial. La tendencia actual, pareciera dejar atrás las visiones de izquierda que la consideraban a este país como una semicolonia. Y si bien es tentador el concepto de “subimperialismo”, que sostenía Ruy Mauro Marini en 1971 al describir el desarrollo expansivo verde-amarelo, el despliegue brasileño aún no ha subordinado áreas capitalistas en desarrollo. Lo cierto es, como sostiene Astarita, que Brasil deja de ser “dependiente”, lo que explica esta orientación de sus políticas económicas.
Más allá del efecto económico que implica impulsar la industria militar, tanto en la producción interna como en el mercado mundial, las inversiones del sector también se orientan a preservar áreas estratégicas de Brasil, como la Amazonía y las cuencas Petroleras del PreSalt, dotando la medida de un carácter geopolítico. Tal como se anticipo hace un año en Miradas al Sur (ver “Industria militar: Brasil y los submarinos nucleares”, 24/07/11), esta reorientación hacia inversiones militares consolida la proyección global de un país que hoy es la sexta economía mundial.
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