Río+20 no suma al G20
Río+20 no suma al G-20
Tras el encuentro del G-20 en México, donde el epicentro económico mundial abordó principalmente la crisis europea, ahora es Río de Janeiro la que congregó durante el 20 al 22 de junio a un centenar de jefes de Estado y de gobiernos y a altos representantes de 193 países para discutir el cuidado del planeta, siendo la más importante realizada por la ONU. Como antesala del evento, miles de manifestantes recorrieron la Avenida Río Branco, en el centro de la ciudad carioca, para realizar una protesta pacífica y señalarle a la cumbre que la riqueza no es el verde de los dólares sino de la naturaleza. El eje del debate estuvo en las concepciones de desarrollo que impulsan, principalmente los países desarrollados –especialmente los europeos, que hablan de “economía verde” como forma de desarrollo sustentable– contrapuesto a la visión de países en desarrollo y organizaciones ambientalistas e indígenas que reclaman un cambio en la tendencia de crecimiento y un replanteo en la forma de acumulación de riquezas. “No se puede poner precio a los bosques y ríos” fue una de las principales consignas de los manifestantes. A confesión de parte, el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, reconoció en la ceremonia de inauguración de la Cumbre sobre Desarrollo Global Río+20, que “los esfuerzos” de los países “no han estado a la altura de la medida del desafío”. Sostuvo incluso que: “La naturaleza no negocia con los seres humanos”. Es que el documento final de la cumbre no aporta al cambio, porque si bien se promueve un crecimiento “sostenible e influyente”, esto queda en un punto meramente declarativo, debido a que el texto reafirma y profundiza las bases neoliberales vigentes, sin plantear cambios o ajustes de fondo en la estructura económica y financiera actual. De hecho, cuando se analizan las múltiples crisis que atraviesa el capitalismo mundial, las respuestas se centran en profundizar el libre mercado, sin salir del marco neoliberal. En tal sentido, son muchos los que consideran un “fracaso” la cumbre de Río+20, porque se perdió su oportunidad histórica para impulsar un acuerdo mundial que enfrente la degradación ambiental del planeta. Organizaciones, especialmente ambientalistas e indígenas, manifestaron sus críticas al documento final, una de ellas fue la entidad internacional The Elders (Los Mayores), que tiene a Nelson Mandela como líder de honor, que calificó la Cumbre como un fracaso de liderazgo. Además, manifestaron su satisfacción por la decisión de la Río+20 de lanzar un proceso para definir objetivos mundiales de desarrollo sostenible pero lamentaron la “poca claridad” del proceso en que serán establecidas las metas. Encabezados por un gran muñeco de la presidenta Dilma Rousseff con sus brazos cargando dos motosierras, 50 mil manifestantes marcharon por el centro de la ciudad. Durante el recorrido, una mujer disfrazada de payaso, Ana Elisa Bacellar, funcionaria pública de 34 años, comentaba a la prensa: “Río+20 representa un retroceso y la mercantilización de la naturaleza”, perdiéndose en el mar de gente. Consultado por Miradas al Sur, el economista José Cárcamo comentó desde Río de Janeiro que: “Ahora el punto central está en el debate de la Cumbre de los Pueblos, porque la Conferencia de la ONU Río+20 resultó un fracaso, tanto por dejar todo igual y no cambiar su concepción de desarrollo, como por el perfil bajo que tuvieron Estados Unidos e Inglaterra, que deja sin sentido el documento aprobado”. Cárcamo, que es profesor del Cnba y la UBA, y especialista en desarrollo sustentable, participa de la Cumbre en diversas conferencias y seminarios. Y la crítica no fue sólo externa a la cumbre, a pesar que los países latinoamericanos están concentrados en la crisis paraguaya, algunos tomaron la posta crítica a la postura de los países centrales, como la denuncia que realizó el presidente boliviano Evo Morales, quien sostuvo: “Los países del norte se enriquecen en medio de una orgía depredadora y nos obligan a los países del sur a ser sus guardabosques pobres”; secundado por el mandatario ecuatoriano Rafael Correa, quien manifestó: “Los más poderosos son los que están depredando el planeta, consumiendo bienes ambientales, gratuitamente. Porque los que producimos los bienes ambientales somos los países en vías de desarrollo: Brasil, Ecuador, la selva amazónica”. Pero la gran decepción se presentó cuando Dilma Rousseff defendió el contenido del documento, y sin duda fue un balde de agua fría cuando China, que había tomado protagonismo con Brasil para impulsar una propuesta en la cumbre, dejó claro que el cuidado al ambiente no será una prioridad del país mientras obligue a frenar su crecimiento.
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