Huelga. La policía militar de Río de Janeiro se sumó a la protesta.
Huelga de uniformados en Brasil.
Las principales ciudades carnavalescas de Brasil pueden quedarse sin fiesta por la crisis de seguridad pública que desató el amotinamiento de miembros de la Policía Militar de Bahía por reclamos salariales y condiciones laborales. Tras nueve días, la desprotección de las calles duplicó la tasa de homicidios de la región con 146 muertos. Decidida, la presidenta Dilma Rousseff dispuso la intervención de las fuerzas federales, que cercaron a los huelguistas en pleno centro del sistema político local (la Asamblea Legislativa). Si bien se levantaron las medidas, ahora se pliega Río de Janeiro a la huelga.
Comprender el trasfondo del conflicto implica tener presente que esta centrado en una demanda constante que tiene sus raíces históricas. Las Policías Militares se formaron durante la colonización portuguesa. En la actualidad, responden a los gobernadores y a sus presupuestos estaduales, y a quienes reclaman valorización de sus funciones, ya que tienen capacidad tanto de seguridad pública como de defensa territorial, siendo prácticamente un ejército.
Tal como señala el especialista en Seguridad Urbana, Eduardo Paes Machado, en el conflicto gremial: “Hay un componente local: el momento exacto en que acontece, las vísperas del Carnaval, y por la forma de negociación de los dos lados. Pero el componente general es evidente: no es la primera huelga policial, porque ya hubo tres en el Nordeste”. En síntesis, el nudo central es la discusión sobre el propio modelo de la Policía Militar, que hoy coexiste con las fuerzas de nivel federal y las civiles de escala local.
Cabe destacar que la huelga de los policías militares en Bahía se da en el bastión arrebatado por el oficialista PT al legendario gobernador Antonio Carlos Magalhaes, reaccionario y conservador, expresión del coronelismo brasileño, quien había intentado recuperar el rol de estas fuerzas, desprestigiadas por sus vestigios dictatoriales, a partir de importar el modelo neoyorkino de “tolerancia cero” a la delincuencia. Este fue un punto de tensión entre las transformaciones del gobierno progresista del petista Jaques Wagner, por lo que pareciera que las reivindicaciones corporativas trascienden el aspecto gremial.
Consultado por Miradas al Sur, José Luiz Quadros Magalhaes, quien es especialista en derecho constitucional y encargado de dictar cursos sobre derechos humanos a cuerpos policiales, comentó que “aún es temprano para dar conclusiones. El gobierno de Bahía venía recuperando el salario de los policías pero en tanto que éstos hicieron una huelga usando armas, esto es complicado. Existe un uso político contra el gobierno de centroizquierda en Bahía que rompió con el coronelismo histórico. Por eso, necesitamos reflexionar y observar un poco más el caso”.
De hecho, durante el gobierno de los conservadores, cuando el presidente Lula disputaba la presidencia en 2001, se desató una huelga policial. En ese momento, como ex sindicalista defendió el derecho “también de los policías” a parar, porque ahora lo tienen vedado constitucionalmente. Durante la gestión de Wagner, se implementó un programa que tuvo como objetivo implementar conceptos de gestión participativa en la policía.
Al respecto, Cleise Delfino da Costa, actual subcomandante de la 46° Compañía Independiente de la Policía Militar de Bahía, en una entrevista con medios locales destacó como el mencionado programa marcó “una democratización de la información. El policía ya no se sienta cortado al hablar con su superior. Sabiendo que una es representante del programa, él se siente muy a gusto en solicitar información u orientación, o incluso contribuir”.
Ahora, el traslado del conflicto a Río de Janeiro coloca el centro de la discusión en un proyecto de salario único para los agentes del país, que sería una forma de dar sustento nacional a una fuerza que hoy depende de las magras arcas estaduales.
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