Un guiño a los militares
Un guiño a los militares
En Brasil, mientras la recientemente creada Comisión de la Verdad y la Memoria se apresta a abrir la caja de Pandora que dejó la dictadura militar en ese país, la presidenta Dilma Rousseff le hace un guiño a las fuerzas armadas para descomprimir las tensiones que su creación provocó. Con promesas de asignarles un rol importante en el impulso industrial o el incremento presupuestario y la renovación de armamento, la mandataria brasileña busca tender un puente con los militares. Los medios brasileños destacaron el tono conciliador que tuvo Rousseff en un discurso ante generales recientemente promovidos. Con eje en la fortaleza de la economía brasileña y destacando las proyecciones de crecimiento del país, Dilma declaró: “En el camino para hacer de Brasil un país más justo, más desarrollado y más soberano, el Ministerio de Defensa y las Fuerzas Armadas tienen y tendrán un papel muy relevante”. En tal sentido, la mandataria reconoció que las fuerzas armadas necesitan nuevos recursos y presupuesto, “no sólo para equipamientos, sino también para garantizar una vida digna de la familia militar”, refiriéndose a los aumento salariales que percibirán el año que viene. Agregó además, que el desarrollo en la modernización de armamentos dará mayor “capacidad operativa y la posibilidad de contribuir en operaciones de mantenimiento de paz (…) y “permitirá que se desarrolle, aún más, la industria nacional de defensa, lo que mejorará nuestra capacidad tecnológica y agregará más valor a Brasil”. Cabe destacar que las palabras de Rousseff, habiendo sido una joven guerrillera que combatió al régimen militar (1964-1985), cayeron bien en el comando de las FF.AA., con quienes compartió un almuerzo antes del acto, organizado por la Aeronaútica, y de los cuales recibió el respaldo de los militares a su gobierno y a las políticas que aplica para erradicar la pobreza. Y si bien el plan es para modernizar las tres ramas militares, los aeronáuticos están de para bien, porque Brasil avanzaría en la compra de 36 aviones de combate que tiene pendiente, una operación que generó un largo debate en la gestión Lula y provocó la salida del ex ministro de Defensa, Nelson Jobim. Aunque las otras armas también recibirán juguetes, tendrían 50 helicópteres y cinco submarinos. Tras promulgar la Comisión de la Verdad y la Memoria, la presidenta Rousseff resaltó: “Todo Brasil se encuentra hoy, finalmente, consigo mismo, sin revanchismos, pero sin la complicidad del silencio”, y con esa línea, avanza para esclarecer la situación, que como las organizaciones de defensoras de derechos humanos sostienen, de 279 personas que murieron y de 136 que aún están desaparecidas, pero sin un ánimo de venganza y hacia lograr la verdad y la memoria. No por eso pierde firmeza, de hecho el 31 de marzo pasado, la presidenta Dilma Rousseff prohibió la conmemoración en los cuarteles del aniversario del golpe de 1964, un hecho que tendría el mismo peso que bajar el cuadro en Argentina. Lo interesante es que, a pesar de la prohibición, algunos generales quisieron hacer su fiesta, y sin embargo, se quedaron bastante solos. Un punto que recomprende el rol de la dictadura en Brasil y fortalece a organizaciones de DD.HH. en su lucha por esclarecer los hechos que se vivieron en ese período. Teniendo presente, que a diferencia de los otros países, Brasil jamás juzgó a alguien por las violaciones ocurridas durante el régimen militar y reconoció una Ley de Autoanmistía vigente desde 1979. Por esta situación la Corte Interamericana de Derechos Humanos lo condenó por no avanzar en el juzagamiento y declaró “sin efectos jurídicos” esa norma. Los avances que tenga la Comisión de la Verdad y la Memoria podrá contribuir a dar pasos a la Justicia, que junto a esta iniciativa de articular la modernización de los equipamientos de las FF.AA. con el desarrollo industrial, puede sumarlos hegemónicamente a un proyecto, pero seguramente abrirá debates en organizaciones de DD.HH. que aún esperan profundizar cambios en esas instituciones.
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