Rousseff no quiere poner plata
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Rousseff no quiere poner plata
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Durante el desarrollo de la Cumbre del G-20 en Cannes, la presidenta Dilma Rousseff no sólo marcó una línea contra las políticas de ajuste, además provocó un viraje en la estrategia de rescate del viejo continente, mientras Estados Unidos y la Unión Europea esperaban generar el compromiso de los Brics (especialmente de Brasil, China y Rusia) para que aporten a la formación de un fondo de estabilización para la eurozona. El rechazo de la mandataria brasileña generó un cambio en la propuesta inicial. En una entrevista colectiva, Dilma Rousseff sostuvo a la prensa: “Siguiendo lo que los mismos europeos proponen, tanto la del Banco Central Europeo, con el Fondo Europeo pro Estabilización Financiera (Feef), como la del FMI, en lo que refiere a éste, la posición de Brasil fue clara, nosotros nos proponemos participar en la ampliación de los recursos del Fondo a través de acciones bilaterales”. Para defender esta posición, la mandataria brasileña comentó: “El FMI tiene la responsabilidad de actuar frente al riesgo de todo el sistema y no sólo ante la crisis europea, por lo que entendemos que es importante que tenga más recursos. Y Brasil está dispuesto a participar, porque esos recursos tienen la garantía del FMI y, al mismo tiempo, tienen una característica que para nosotros es muy importante: tienen reglas (…). Por eso, entendemos más adecuada una garantía extendida a todos los países”, sentenció Dilma Rousseff, serenamente, ante las preguntas de los periodistas. El efecto de esta posición fue el acuerdo al que arribó el G-20, donde los gobiernos harán aportes optativos al FMI y éste dará créditos flexibles para dinamizar en el corto plazo las alicaídas economías europeas. De esta manera, los Brics no aportarán directamente a la eurozona. “Apoyamos darle recursos adicionales y contribuciones voluntarias para una estructura de crédito especial del FMI”, dice la declaración final de la Cumbre. Estas posiciones encontradas entre la estrategia del FMI y del Feef (que pasó de 440 mil millones de euros a más de un billón, pero desde 2012) ilustran, por un lado, las contradicciones en la reunión de Cannes y, a la vez, desde un punto de vista global, marcan un contrapunto en el liderazgo económico mundial, donde el peso que tenía Estados Unidos, en su alianza estratégica con la UE, se desplaza hacia China, en su articulación con Brasil y Rusia. Algunos analistas sistémicos, como Nouriel Roubini, Kennetfh Rogoff y Mohamed el Erian, consideran que la propia vulnerabilidad de Washington tiene un costado positivo, y es que el liderazgo adquirido desde 1944 entra en decadencia y Estados Unidos ya no continúa como primera potencia, ni en lo económico ni en lo financiero, papel que parcialmente esta asumiendo China (su máximo acreedor, acompañado por Brasil y otros países emergentes). De hecho, previo a las deliberaciones del G-20, Dilma Rousseff se reunió con los presidentes de Rusia, Dimitri Medvedev; China Hu Jintao; Sudáfrica, Jacob Zuma, y el primer ministro indio, Manmohan Sing, sabiendo que juegan un papel importante en la solución de la crisis de la deuda de la Eurozona. A propósito, en su reunión con su par brasileña, el presidente chino sostuvo: “Los dos países deben profundizar la confianza mutua y utilizar plenamente todos los mecanismos de cooperación bilateral. China está dispuesta a establecer un contacto de alto nivel y estrecho con Brasil y ambas partes deben trazar un plan de cooperación para la próxima década, con el fin de promover la relación bilateral de una manera coordinada y estratégica”. Además, en reuniones bilaterales, Brasil compartió con Rusia la necesidad de regular los difíciles problemas internacionales sobre la base del esfuerzo de un mundo bipolar, el papel coordinador central de la ONU y el estricto respeto del derecho internacional. Concluyendo con su agenda, Dilma Rousseff también exigió a los países mayores compromisos para reducir los gases que generan el efecto invernadero causantes del calentamiento global. Pedido que se da como antesala del Río+20 a realizarse, ahora, el 20 de junio de 2012, porque los sajones celebrarán el 60º aniversario de la coronación de Isabel II durante la primera semana de ese mes y los países asiáticos pidieron un aplazamiento para enlazar con la próxima cumbre del G-20, que tendrá lugar en México los días 18 y 19 de junio.
Durante el desarrollo de la Cumbre del G-20 en Cannes, la presidenta Dilma Rousseff no sólo marcó una línea contra las políticas de ajuste, además provocó un viraje en la estrategia de rescate del viejo continente, mientras Estados Unidos y la Unión Europea esperaban generar el compromiso de los Brics (especialmente de Brasil, China y Rusia) para que aporten a la formación de un fondo de estabilización para la eurozona. El rechazo de la mandataria brasileña generó un cambio en la propuesta inicial. En una entrevista colectiva, Dilma Rousseff sostuvo a la prensa: “Siguiendo lo que los mismos europeos proponen, tanto la del Banco Central Europeo, con el Fondo Europeo pro Estabilización Financiera (Feef), como la del FMI, en lo que refiere a éste, la posición de Brasil fue clara, nosotros nos proponemos participar en la ampliación de los recursos del Fondo a través de acciones bilaterales”. Para defender esta posición, la mandataria brasileña comentó: “El FMI tiene la responsabilidad de actuar frente al riesgo de todo el sistema y no sólo ante la crisis europea, por lo que entendemos que es importante que tenga más recursos. Y Brasil está dispuesto a participar, porque esos recursos tienen la garantía del FMI y, al mismo tiempo, tienen una característica que para nosotros es muy importante: tienen reglas (…). Por eso, entendemos más adecuada una garantía extendida a todos los países”, sentenció Dilma Rousseff, serenamente, ante las preguntas de los periodistas. El efecto de esta posición fue el acuerdo al que arribó el G-20, donde los gobiernos harán aportes optativos al FMI y éste dará créditos flexibles para dinamizar en el corto plazo las alicaídas economías europeas. De esta manera, los Brics no aportarán directamente a la eurozona. “Apoyamos darle recursos adicionales y contribuciones voluntarias para una estructura de crédito especial del FMI”, dice la declaración final de la Cumbre. Estas posiciones encontradas entre la estrategia del FMI y del Feef (que pasó de 440 mil millones de euros a más de un billón, pero desde 2012) ilustran, por un lado, las contradicciones en la reunión de Cannes y, a la vez, desde un punto de vista global, marcan un contrapunto en el liderazgo económico mundial, donde el peso que tenía Estados Unidos, en su alianza estratégica con la UE, se desplaza hacia China, en su articulación con Brasil y Rusia. Algunos analistas sistémicos, como Nouriel Roubini, Kennetfh Rogoff y Mohamed el Erian, consideran que la propia vulnerabilidad de Washington tiene un costado positivo, y es que el liderazgo adquirido desde 1944 entra en decadencia y Estados Unidos ya no continúa como primera potencia, ni en lo económico ni en lo financiero, papel que parcialmente esta asumiendo China (su máximo acreedor, acompañado por Brasil y otros países emergentes). De hecho, previo a las deliberaciones del G-20, Dilma Rousseff se reunió con los presidentes de Rusia, Dimitri Medvedev; China Hu Jintao; Sudáfrica, Jacob Zuma, y el primer ministro indio, Manmohan Sing, sabiendo que juegan un papel importante en la solución de la crisis de la deuda de la Eurozona. A propósito, en su reunión con su par brasileña, el presidente chino sostuvo: “Los dos países deben profundizar la confianza mutua y utilizar plenamente todos los mecanismos de cooperación bilateral. China está dispuesta a establecer un contacto de alto nivel y estrecho con Brasil y ambas partes deben trazar un plan de cooperación para la próxima década, con el fin de promover la relación bilateral de una manera coordinada y estratégica”. Además, en reuniones bilaterales, Brasil compartió con Rusia la necesidad de regular los difíciles problemas internacionales sobre la base del esfuerzo de un mundo bipolar, el papel coordinador central de la ONU y el estricto respeto del derecho internacional. Concluyendo con su agenda, Dilma Rousseff también exigió a los países mayores compromisos para reducir los gases que generan el efecto invernadero causantes del calentamiento global. Pedido que se da como antesala del Río+20 a realizarse, ahora, el 20 de junio de 2012, porque los sajones celebrarán el 60º aniversario de la coronación de Isabel II durante la primera semana de ese mes y los países asiáticos pidieron un aplazamiento para enlazar con la próxima cumbre del G-20, que tendrá lugar en México los días 18 y 19 de junio.
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