Dilma depende de la coalición
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“Dilma depende de la coalición”
Compartió la cárcel de la dictadura con la presidenta Dilma Rousseff y ahora es miembro de la conducción nacional del PT. El ex alcalde de Porto Alegre y actual diputado estadual por Rio Grande do Sul propone más participación popular para cambiar la calidad del gobierno y afirma que “la Comisión de la Verdad debe avanzar en recuperar la memoria en Brasil”. Pont se muestra exultante con la decisión: “Si conseguimos armar grupos de estudios en las universidades, que puedan procesar los archivos en cada punto del país, se puede hacer un trabajo bueno de recuperación de la memoria y, principalmente, de la verdad”, afirma Raúl Pont, que está en Buenos Aires para participar de las X Jornadas sobre Democracia Participativa de la Asociación Civil Mariano Moreno en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Café de por medio, totalmente relajado, Pont abordó con este medio temas que van desde cómo conoció a la actual presidenta en los años setenta hasta los actuales conflictos en el seno de la coalición de gobierno. Los problemas de la corrupción y los desafíos que conlleva el Mundial de Fútbol y las olimpíadas tampoco quedaron afuera. –¿Conoció a Dilma tras las rejas? –Sí, nos conocimos por primera vez allí, ella estaba desde los 70 en una cárcel de mujeres. Yo fui detenido en 1971, en San Pablo, por la Operación Bandeirantes, organización clandestina de las fuerzas armadas y la policía para la represión. Estuvimos en un centro de interrogatorio, tortura y represión, financiado por el Estado y los empresarios. Fui trasladado al Presidio Tiradentes, y por una situación muy particular, porque estábamos separados entre hombres y mujeres, me llevaron con una compañera dentista para que me atendiera. Fue bueno porque me sacaron una muela, pero allí fui que conocía a Dilma (risas). –¿Y cómo ve al gobierno de Dilma?, ¿es lo que esperaban? –En parte sí, aunque esperábamos una relación más estrecha con el PT, algo que no sucedió con Lula, que tenía un liderazgo propio, tanto con la gente como con los otros partidos, que le permitía tener cierto juego propio. Esto no sucede con Dilma, que es demasiado dependiente de la coalición de gobierno. –¿El último congreso trató esta relación? –Sí, pero no en términos de decir qué es lo que tiene que hacer, esas discusiones se dan en la Dirección Nacional. En realidad, el congreso se concentró en hacer una reforma de estatuto, que incorporó medidas democratizantes como la paridad de género y la cuota juvenil. Sin embargo, la prensa colocó una simple recomendación de discutir un marco de democratización de los medios de comunicación como un impulso a una medida de censura a la prensa. –¿El clima de corrupción está provocando la caída de varios ministros? –Coincidentemente, siempre del mismo partido, el Pmdb. Por esto insistimos que no es un problema de distancia programática, también es un problema de los métodos que ellos utilizan de gestión. Y eso es difícil hacerlo cuando es un partido aliado. –¿Y esto afecta al gobierno? –Ella actúo distinto a Lula, cuando ella es más rápida y eficaz en reaccionar sobre las denuncias, cuando saca al funcionario y le pide al partido que coloque otro, para la población eso es positivo. Sin embargo, si la merma sigue, eso sí puede generar un desgaste. –¿Y qué cosas debe enfrentar hacia el futuro? –Uno de los grandes desafíos que tenemos es avanzar en la reforma política y cambiar la relación con los movimientos populares. En ese sentido, ampliar la participación. Estas dos cosas son un imperativo, si no, difícilmente vamos a cambiar la calidad del gobierno. En términos de cantidad, se avanza, entiendo que el gobierno hace bien las políticas públicas, pero considero que no tenemos cómo eludir la participación para enfrentar una situación de poder concentrado en el esquema partidario y en los acuerdos parlamentarios. –¿Qué opina de la marcha de la sociedad civil contra la corrupción y los partidos? –Hay varios movimientos que discuten y combaten la corrupción. Algunos de ellos fueron impulsados por los medios o las redes sociales. Es claro que estos grupos se activan fuertemente, actúan frente a una indignación generalizada en casos como la protección que se hizo sobre la hija del gobernador de Brasilia, que fue fotografiada recibiendo coimas, sin embargo el Congreso, por voto secreto, la eximió, algo que se traslada a todos los partidos, a pesar de que nosotros votamos por la investigación. –¿Y cómo está la relación con el MST y la CUT? –Son situaciones distintas, porque el MST ha perdido mucho su empuje, porque se ha dividido regionalmente por las políticas de empleo, de desarrollo familiar y reforma agraria del gobierno. Esto genera distintas situaciones en la relación, una cosa es trabajar en el nordeste y otra es el sur, donde las acciones cooperativas están mucho más avanzadas. –De cara a las elecciones municipales 2012, ¿qué estrategia están impulsando? –La orientación nuestra es que con los partidos neoliberales, que hacen oposición, el Psdb, los Demócratas, el PPS o el nuevo PSD, no hay coalición. Consideramos que en primer lugar tenemos que trabajar con los partidos de izquierda (el Pcdb o el PSB), la centroizquierda como el PDT y con el Pmdb y el PTB, que está en el gobierno nacional, donde se deberá analizar en cada caso según cada municipio. –¿El Mundial 2014 y los Juegos Olímpicos 2016 favorecen la corrupción en relación con los municipios? –Claro que estos grandes eventos deportivos mundiales exigen una serie de grandes inversiones. Los gobiernos municipales de las ciudades que van a ser sedes locales de la copa demandan al gobierno financiamiento de obras de mejoramiento vinculadas al evento. Pero el gobierno federal hace financiamiento y algunas inversiones de obras, la mayor acción es de relación con negocios privados, como hoteles, etc. Orientados a prestar servicios en los eventos. Hay crédito fácil, pero el gobierno está siendo medido en las inversiones públicas. –¿La Comisión de la Verdad viene a echar luz sobre la represión? –La Comisión de la Verdad y de la Memoria intenta reconstruir una historia que no fue contada y sobre la que no hubo juzgamiento, especialmente de militares, por las acciones de represión y muerte. Porque la amnistía puso una piedra encima de los hechos, bajo una concepción inaceptable, que ponía al mismo nivel las acciones de las víctimas y los actores de la represión. –¿Hasta dónde puede llegar esta Comisión? –Es muy importante que salga la Comisión, que se descentralice en las universidades, con grupos de estudios que pueda y tengan interés en fiscalizar y procesar los documentos y archivos. Pero eso aún debemos lograrlo, va a depender mucho de la política de la compañera a cargo, María do Rosario Nunes, que es la ministra de DDHH, porque la derecha no quiere que esta Comisión tenga carácter de juzgamiento o acción punitiva, y esto es inaceptable para nosotros. –¿Qué sintió al ver a Dilma abrir la Asamblea de la ONU? –Creo que fue muy fuerte, especialmente en el tema de Palestina, en la defensa sobre la autodeterminación y derecho de su autonomía. A su vez, me pareció bien un debate que estamos teniendo sobre Haití, donde no consideramos que sea sólo una intervención de tipo humanitaria. Incluso se votó en nuestro parlamento una enmienda para sacar las tropas brasileñas en un determinado plazo. Además, respecto de la integración y solidaridad común entre los pueblos sudamericanos y del Caribe, Dilma marcó una visión muy clara de esa orientación. –¿Cómo afecta la devaluación del real las relaciones comerciales? –Hay inconvenientes por el establecimiento de tarifas aduaneras, casi proteccionistas, producto de la relación agresiva que hace la industria china con diferentes productos. Pero es claro que nuestro problema no es China, sino Estados Unidos con su proliferación de dólares. El partido mantuvo una crítica fuerte a las políticas de tipo de cambio alto. Ahora la tendencia es la caída de la tasa de interés, que disminuye mucho la renta especulativa, eso vuelve a dar un equilibrio de la tasa de cambio, que estaba muy baja, con un real muy valorizado. De hecho ahora el titular del Banco Central ya no es un técnico neoliberal, sino Alexandre Tombini, que junto a Guido Mantega en Hacienda, tienen una política de freno a las acciones especulativas y de promoción a las inversiones internas. –¿Hay un cambio respecto de Lula en relaciones internacionales? –No, las líneas generales continúan, a pesar de la salida de Celso Amorim. De hecho Marco Aurelio García continúa como el principal asesor en relaciones internacionales de la presidencia. –¿Y cómo está la relación con los países de la Unasur? –Hay un problema complejo, porque la integración avanza lentamente. Si no se procede a una unificación política más rápida, que forme un Parlamento, que permita orientar ejes para disminuir la desigualdad de salarios, de jubilaciones o precios medios internos, va a ser difícil avanzar en la relación bilateral. –Viene Lula a la Argentina, ¿eso acompaña ese camino? –Sí, porque ahora Lula está tomando un protagonismo a partir de relanzar un Instituto de la Ciudadanía, que le permite tener un protagonismo externo al partido, pero con un aporte importante a partir de seminarios y otras actividades. Aunque me gustaría que Lula fuese más partidario, para que pueda traducir mejor al conjunto del partido. Pienso que allí hay un problemita (risas).
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