Especial Mariano Moreno en Mis Hijos están con el Padre. Por Braulio Dominguez y Silvio Florio, periodistas de radio La Retaguardia
Ricardo Romero · Mariano Moreno - Están con el Padre - Braulio Dominguez y Silvio Florio,. Radio La Retaguardia
Con su melodía, Wilson Simonal presentaba a Brasil como un “País tropical” que ofrecía la belleza de su naturaleza durante el Mundial de Fútbol en México de 1970; paradójicamente, en un momento de inflexión de este espacio latinoamericano, que gracias al milagre se proyectaba como un coloso industrial. En la actualidad, además de su impronta tropical, el verdeamarelho se instala como potencia mundial, que avanza en la construcción de submarinos nucleares que intentan fortalecer su defensa y potenciar la dinámica de su desarrollo económico.
De esta manera, Brasil consolida su proyección global haciendo realidad un proyecto pensado durante los setenta y que hoy se acelera para la custodia de sus bases petroleras en aguas profundas. De hecho, el descubrimiento del PreSalt obligó, a fines de 2010, a poner en marcha un ambicioso plan de articulación y equipamiento de la Marina de Guerra, para proteger la zona de explotación marítima de 200 a 350 millas marinas de extensión que oportunamente realizó el expresidente Lula da Silva. Este plan comenzó con la compra de seis submarinos nucleares y 20 convencionales. Ahora, Brasil se propone producir sus propios submarinos.
Hace una semana, la presidenta Dilma Rousseff inauguró la fábrica de estructuras cilíndricas que formarán parte de los cascos de los submarinos que tiene como objetivo armar la empresa mixta Nuclebras Equipamientos Pesados (Nuclep), en Itaguaí, cerca de Río de Janeiro. Este hecho fue celebrado por la mandataria brasileña, porque convertirá a este país en el sexto en producir submarinos de propulsión nuclear, considerándolo un punto estratégico para la nación, tanto en la protección de su soberanía como en la custodia de los yacimientos petroleros offshore.
Por su parte, el ministro de Defensa, Nelson Jobim, sostuvo que representa “el primer paso para la construcción de un submarino a propulsión nuclear brasileño”, que estaría listo hacia 2023. Y es que Brasil ya domina el ciclo de enriquecimiento de uranio, tecnología que le permite producir el combustible para el funcionamiento de la nave subacuática. Este procedimiento, que en la actualidad domina un grupo selecto de países como Estados Unidos, China, Francia, Gran Bretaña y Rusia (que, como pequeño detalle, forman parte del Consejo Permanente de la ONU, lugar al que aspira incorporarse Brasil), expresa el avance de un largo derrotero del sueño nuclear brasileño.
Desde 1970, la obsesiva geopolítica de la dictadura militar en Brasil impulsó la construcción de una planta nuclear, que oportunamente fue adjudicada a la Westinghouse, para dar nacimiento a Angra 1, un sitio entre Río de Janeiro y San Pablo, que funcionó con continuos problemas en su sistema de suministro de vapor, incluso fue cerrado durante sus primeros años. Posteriormente, en 1976, se proyectó Angra 2, que debido a falta de recursos financieros sólo comenzó a funcionar a finales de 2000. Ambas plantas hoy producen unos 1800 MWe, lo que representa el 3% de la energía eléctrica del país. Actualmente está proyectado Angra 3, que desde 2015 estaría proveyendo unos 1400 MWe más.
Con esto, la Marina de Brasil inició en la década de 1980 un programa de propulsión nuclear con el que que emprendió el desarrollo de enriquecimiento por centrifugación. En Iperó (San Pablo) fue construido el Centro Experimental Aramar, instalación naval que proporciona el 10% de combustible al programa de submarinos. Si bien Brasil reivindica su derecho a la bomba atómica, esta tecnología esta lejos de permitirle tener una. Según el físico brasileño Odair Gonçalves (presidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica de ese país), hoy tienen la capacidad de enriquecer el uranio hasta un 5%, y para poder alcanzar una bomba atómica deberían hacerlo en más del 90 por ciento.
A su vez, Brasil firmó junto a los países del continente –excepto Argentina y Cuba– en 1967, el Tratado de Tlatelolco, para la Prohibición de Armas Nucleares en América Latina y el Caribe, vigente desde 1969; además, en su Constitución, se establece el uso pacífico de la energía nuclear. Sin embargo, el uso bélico, para los submarinos, se justificaría por la necesidad de proteger áreas petroleras de ultramar ante el alerta de conflictos anteriores, como en las guerras mundiales, donde se libraron batallas submarinas en la región, o incluso en las islas Malvinas, en 1982, donde el destino del archipiélago tuvo como factor decisivo el uso de submarinos nucleares por parte del Reino Unido, argumentan algunos militares brasileños. Son desafíos de un país que deja de ser sólo tropical.
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