Rousseff busca nuevo juego

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Rousseff busca un nuevo juego

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El diálogo con la oposición abre críticas por parte de aliados, algo que la presidenta intenta contrarrestar con políticas desarrollistas.

Dilma se corta sola. Se aleja de Lula y busca nuevos aliados políticos. (AP)

Las tensiones que vive el gobierno de Dilma Rousseff, abren un interrogante sobre los nuevos lineamientos que tomará la gestión. Desde la derrota parlamentaria por el Código Forestal a la salida de Antonio Palocci, la mandataria brasileña redefine sus relaciones con aliados y oposición. Estos nuevos acuerdos perfilan un juego político distinto, que van más allá de un estilo propio diferente a su antecesor. Este diálogo con la oposición abre críticas por parte de aliados, algo que la presidenta intenta contrarrestar con políticas desarrollistas. Sin embargo, se despiertan nuevos frentes, en temas como indigenismo o derechos civiles, que interpelan el progresismo del gobierno brasileño.
El hecho más destacado, tras el reemplazo de sus ministros, fue que Dilma Rousseff debió ceder ante presiones de sus aliados de derecha. Ante el pedido del ex mandatario José Sarney (Pmdb), la presidenta de Brasil decidió postergar la apertura de los archivos de represión y tortura de la dictadura, punto que incrementó la fricción con Inácio Lula da Silva y el mismo PT, que se había pronunciado a favor de respaldar el proyecto de publicación de las acciones militares en 1964-1985.
Incluso, el llamado de Fernando Henrique Cardoso, en respuesta al saludo de cumpleaños que le envió Rousseff, generó sorpresa en aliados y elogios en oposición, que intenta presentar como un giro a derecha las acciones de la mandataria. Sobre el hecho, el senador oficialista, Cristovam Buarque, señaló “que la presidenta y Cardoso se aproximen y muestren voluntad de diálogo es un hecho histórico que va a marcar al nuevo gobierno”.
Lo cierto es, que Dilma Rousseff intenta recomponer el diálogo con el parlamento y articular una nueva relación, tanto con los diez partidos que componen la coalición de gobierno como con los bloques más importantes de la oposición. En tal sentido, la ex senadora y flamante jefa de la Casa Civil, Gleise Hoffman, intenta construir un consenso pluripartidario para morigerar aspectos negativos del texto de Código Forestal aprobado en Diputados, como la posibilidad que los estados legislen sobre cuestiones ambientales, aptitud diferente a la amenaza de vetar los puntos.
Para reafirmar su impronta progresista, el gobierno de Rousseff impulsa una serie de proyectos y políticas que propician la inclusión social. La mandataria anunció, como una de sus prioridades, el envío al Parlamento de una propuesta de cambio tributario, que si bien será escalonada, dejando de lado una reforma amplia que oportunamente intentó Lula en su mandato (2003-2011), pareciera tener consensos que permitirían avanzar en aprobaciones parciales, como la disminución del Icms (Impuesto sobre la Circulación de Mercaderías y Servicios Interestaduales).
En tanto que, en el plano del combate a la miseria, el gobierno brasileño resolvió incrementar de 2 a 2,6 millones el número de casas a bajo costo a ser construidas hasta el final de su mandato en 2014. Y suma el enfoque de género que tendrá el Plan Brasil sin Miseria, lanzado para asistir a 16,2 millones de brasileños en situación de extrema pobreza, donde las mujeres tendrán una atención especial en el programa, como afirmó Ana Fonseca, funcionaria a cargo.
A su vez, el nuevo rol protagónico de Gleise Hoffman, junto a la nueva ministra de Relaciones Institucionales, la ex senadora y ex ministra de Pesca Ideli Salvatti, fue presentado como un avance en la política de género; al consolidar un virtual Triunvirato, junto a las otras ocho mujeres poderosas que comandan importantes ministerios o secretarias generales: Medio Ambiente, Planificación, Cultura, Derechos Humanos, Igualdad Racial, Desarrollo Social y Mujeres.
Aunque, la reacción de sectores conservadores, como el obispo paulista Luiz Gonzaga Bergonzini, que sostuvo que en Brasil se impuso una “dictadura gay”; pasando por los pueblos originarios, que abandonaron la Comisión Nacional de Política Indigenista (Cnpi) en protesta a la construcción de hidroeléctricas en sus tierras en el Amazonia; hasta una marcha por la despenalización del consumo de marihuana, autorizada por la Justicia brasileña, que acontecería el próximo 2 de julio; abren nuevos frentes que Rousseff deberá afrontar.

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  • La infalible sentencia hegeliana “la historia se repite dos veces”, ampliada por Marx con “una vez como tragedia y otra como farsa”, pareciese cumplirse con rigor en la política brasileña.

  • El escenario político brasileño se mueve a favor de Dilma Rousseff. Mientras reafirma su relación con el PT, la oposición no logra articularse y se fragmenta. En ese marco, avanza con su política nacional e internacional dejando a Ignacio Lula Da Silva en un plano muy alejado del poder. De hecho, en el 8º Congreso Nacional de los Metalúrgicos de la CUT, el ex mandatario dio total apoyo a la presidenta, sostuvo que los medios intentan crear diferencias, “no existen divergencias, porque el día que discordemos, ella tendrá la razón” enfatizó Lula .

  • El parlamento esta provocando dolores de cabeza a Dilma Rousseff.

  • Los primeros cien días de gestión resultan clave para definir el rumbo de un gobierno. Y a pesar de la difícil tarea de eclipsar la popularidad de Ignacio Lula da Silva, la gestión de Dilma Rousseff pareciese haber logrado un perfil propio en la conducción de la colosal estructura administrativa brasileña. La era Dilma comenzó con un verano movido, por las inundaciones en Río de Janeiro, y parece no encontrar descanso con la matanza a niños indefensos en una escuela de esa ciudad.

  • Casi como una metamorfosis kafkiana, devino la mariposa y Brasil ahora comienza a volar con belleza femenina. Aquella joven guerrillera, que padeció la tortura de una dictadura asesina, con el esfuerzo de haberse recibido de economista y haber mostrado su capacidad en la gestión pública, llega a la presidencia luego de haber enfrentado su primera contienda electoral. La flamante presidenta Dilma Rousseff tiene el reto de marcar su impronta en un nuevo gobierno.

  • Si el carisma y la aceptación masiva de un dirigente político tuviesen carácter tran­sitivo, el mejor ejemplo lo estaría dando por estos días la candidata presidencial brasileña por el Partido de los Trabajadores (PT), Dilma Rousseff.

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