Dilma y la Mano de Dios. Miradas al Sur. Ricardo Romero

Lanzada la campaña electoral de la segunda vuelta, Dilma Rousseff intenta realizar alguna maniobra maradoniana que le permita afrontar una posición sobre el aborto que mantenga la base programática del PT y no la aleje de los votos de personas creyentes.
Si bien las primeras encuestas la colocan con una ventaja de entre 6 a 9,1 puntos, lo cierto es que hay unos 10 millones de votos de variabilidad, donde esta temática va a jugar un rol relevante en los debates televisivos.
El tema religioso estuvo siempre presente en las confrontaciones electorales. El mismo Fernando Henrique Cardoso perdió una elección a alcalde de San Pablo en 1985, frente a Janio Quadros, por su condición agnóstica. Posteriormente, en la segunda vuelta de 1989, Collor alcanzaba su victoria con el apoyo clave de los sectores católicos y evangélicos.
Y si bien Lula es creyente, y el tema del aborto no propuso legalizarlo sino tratarlo como tema de salud pública, como una concesión a los sectores laicos, tanto en 1989 como en 2002 los medios lo acusaron de haber pedido a una ex compañera (Miriam Cordeiro) que abortara el embarazo de su actual hija, la periodista Lurian Cordeiro Da Silva.
Incluso, al interior del PT encontramos visiones religiosas. Recordemos que su estrella simboliza tanto los cinco continentes como la fe cristiana de las comunidades eclesiales de base, que también contribuyeron a la formación del partido. Pero algunos puntos, como eutanasia o matrimonio igualitario, irritan a sectores religiosos.
En este contexto, José Serra, con su manifestación “a favor de la vida y rechazo al aborto”, suma apoyos de pastorales y obispados, a pesar de que cuando fue ministro de Salud publicó un manual de procedimiento ante abortos no punibles o que su partido, el Psdb, presentó un proyecto por la legalización. Lo que puede hacer pensar que también algunos votos progresistas muden a Dilma y de hecho Serra trata de revertir esto con su apoyo a la unión civil de personas del mismo sexo.
En definitiva, es destacable que el principal debate político se desplace de lo económico a una cuestión de fe, quizá por los logros que alcanzó la gestión Lula, que mejoró condiciones sociales de millones de brasileños. Lo cierto es que parece que a esta elección la define la mano de Dios, y el problema para el PT es que no conoce a ese señor.

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